Las pruebas de la corrupción empiezan a salir

No era amor al pueblo, ni preocupación por salvarlo, sino la mantención de una red nacional de corrupción vinculada con la internacional que nos impuso una plandemia viral que ellos mismos fabricaron para inocularnos sustancias que no son vacunas con fines eugenésicos.

Los grandes “negocios” de la corrupción empiezan a salir a la luz, y el vituperado ministro Condori, que ha tenido la valentía de sacarlos a conocimiento público, es perseguido y se trata de sacarlo a como dé lugar para que la corrupción corra en sus afanes de seguir comprando sustancias letales que el mundo civilizado ya canceló, y obligando a los sufrientes peruanos y a sus hijos a ponérselas bajo amenaza de muerte civil, de despido, de pobreza y hambre.

Vergüenza nacional tener un presidente del Consejo de Ministros, abogado civilista y profesor de San Marcos, nuestra Universidad Decana de América, que le mienta a la nación justificando con argumentos antijurídicos que el bien común prima sobre los derechos humanos individuales, algo que no se lo cree ni él, porque contradice el texto claro y expreso del artículo 3 de la Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos, que reconoce como derecho humano a la salud y a la vida: LA PREVALENCIA DEL BIENESTAR DE LA PERSONA HUMANA POR ENCIMA DEL INTERÉS DE LA SOCIEDAD.

De habernos sentido orgullosos por su excelente defensa de los derechos electorales en las recientes elecciones, debemos lamentar que justifique la muerte civil de los ciudadanos conscientes que estudian el contenido de los medicamentos antes de aplicárselos, por negarse a que les inoculen sustancias génicas y tóxicas que están ocasionado lesiones graves, mutaciones, y muerte de millones de personas en todo el mundo, y que haya decretado la abolición de sus derechos humanos por arbitrarios decretos inconstitucionales, mientras la empresa de su hermano cobra al Estado por la refrigeración de las falsas vacunas.

Inexplicable que congresistas de la oposición hayan interpelado al ministro Condori por haber relantizado el genocidio de la “vacunación”. ¿Hasta dónde llegan los tentáculos de esta corrupción? ¿Hay congresistas que puedan cumplir con su función de fiscalización debida y de resguardo del Orden Constitucional, que emprendan acciones contra esta dictadura?

Una confianza otorgada sin pena ni gloria a un gabinete manchado de sufrimiento y de sangre de millones de peruanos, suena más bien al pacto soterrado de intereses que comulgan no importando la vida de la nación, ni la integridad de la Patria.

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