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Lavajato chino-andino

Fecha Publicación: 15/10/2022 - 22:35
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La fiscal de la Nación Patricia Benavides presentó una denuncia constitucional contra el presidente Pedro Castillo. Benavides sostiene que se hallaron “muy graves y reveladores indicios de la existencia de una presunta organización criminal enquistada en el Gobierno con la finalidad de copar, controlar y direccionar los procesos de contrataciones”. Es decir a Castillo le habrían encontrado lo que se hace en el Perú desde que Pedro Pablo Kuczynski, como ministro de Alejandro Toledo, trajo de vuelta a la empresa Odebrecht, proscrita durante el gobierno del presidente Alberto Fujimori.

Viéndolo fríamente estamos ante una versión Lavajato chino-andino. En esta trama los protagónicos poderosos son andinos, algunos de ellos analfabetos funcionales, a diferencia del Toledo “de Stanford”, de Humala el francoparlante, del “lujoso” PPK, del bien relacionado Vizcarra y la pituca alcaldesa Susana Villarán. Los empresarios corruptos ahora son cholos, a diferencia de José Graña M.Q. y los otros ladrones de mano blanca como él, y herederos de tradicionales empresas constructoras, también como él. En el Lavajato chino-andino las lobistas no son chicas del Villa María ni hijitos de mamá, sino una morralla violenta y de habla cloacal; además las empresas cómplices no son brasileñas, como Odebrecht y OAS, sino chinas. Así las cosas, vemos un trato distinto para un caso similar de crimen transnacional, aunque este sea de menores proporciones.

No aparecerán fiscales como Pérez y Vela para promover la impunidad de quienes se cargaron del país miles de millones de dólares y pagarán una reparación civil ínfima, en largas cuotas, y podrán seguir contratando con el Estado al que asaltaron. Esa impunidad no cubrirá al Lavajato chino-andino, aunque probablemente nadie saldrá magullado pues como sostiene el periodista César Hildebrandt, la fiscal Benavides no presentó un argumento que demuestre que Castillo incurrió en encubrimiento y obstrucción de la justicia, sino que optó por “una sucesión de decires de gente sometida a prisión y ansiosa por obtener indulgencias procesales. La Fiscalía ha ensuciado el juicio constitucional con una retahíla de delaciones zurcidas que en muchos casos plantean escenarios inverosímiles y contradictorios”.

Si algo necesita nuestro país es decencia, pero también una justicia que se pida e imparta de la misma manera a todos. ¿Por qué el delincuente confeso José Graña M.Q. está navegando feliz en su velero y la cuñada de Castillo, Yenifer Paredes, encerrada en prisión por tres años mientras se le investiga?

Seguimos empantanados en la corrupción de los gobiernos de Toledo, Humala, PPK y Vizcarra, pero a diferencia de aquellos, en los que se respetaron -en unos más que en otros- las maneras democráticas, este régimen no pondera: amenaza y trata de silenciar a la prensa, de asfixiar a la oposición; gallean a la propiedad privada, polarizan, normalizan fraudes, van por una Constituyente para perpetuarse en el poder y sustituir la democracia por la tiranía de su pandilla castro-chavista.

A las cabezas delincuenciales de este gobierno no se les puede respetar más como autoridades. Tampoco a los empresarios que robaron con los brasileños.

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