Los derechos de la niñez como agenda prioritaria
En una de las últimas sesiones de la Asamblea General de la OEA, se incurrió como en otras oportunidades en una distorsión del concepto de discriminación, porque precisamente los sectores más discriminados, como los pobres, pueblos indígenas, afrodescendientes, niños, mujer son completamente ignorados, porque actualmente la agenda de los organismos internacionales está muy concentrada en temáticas de género en una amplia diversidad, los “derechos reproductivos”, minorías sexuales, matrimonio entre personas de un mismo sexo, entre otros.
Acontece que mucho de los sectores discriminados, no cuentan con los multimillonarios recursos y la influencia política de los promotores de esta tendencia. En los textos emitidos por estos organismos internacionales, la palabra pobreza apenas se menciona una vez, acontece lo mismo con la palabra desigualdad, sin embargo, las frases relacionadas con la sexualidad y género copan el tenor íntegro de sus resoluciones. Estos foros hoy ignoran deliberadamente que durante la pandemia la pobreza se incrementó en 86 millones de personas, acarreando un retroceso de más de 27 años.
Genera incertidumbre y sensación de impotencia cuando entidades como la ONU, OEA y la Unión Europea, que hasta hace algunos años defendían con pasión los derechos fundamentales, cuestionando a los Estados por la vulneración de derechos, económicos, sociales, culturales o individuales, ahora, en un cambio abrupto, muestran una marcada preferencia por tendencias ideologizadas que ponen en riesgo la defensa de los derechos fundamentales, en especial de la niñez.
Causa preocupación, el incremento de demandas de matrimonios de un mismo sexo para adoptar una persona menor, contradiciendo los principios enarbolados en la Convención sobre los Derechos del Niño promovido por UNICEF, basado en la defensa y preservación del interés superior de la niñez. Al respecto cabe precisar en base a la Universalidad de los Derechos Humanos que el Estado debe garantizarlos y respetarlos. Si bien todos tenemos derechos, pero también tenemos deberes, es el punto de equilibrio, especialmente el deber de proteger a la niñez, pero cabe aclarar que, los derechos de uno terminan donde empiezan los derechos de otros. Si bien las personas tienen el derecho a escoger con quien van a convivir, ello no significa que estén habilitados para superar los derechos de los menores.
Respaldo mis fundamentos apoyada en una reciente sentencia dictada este año por un juez en los Estados Unidos, quien, a través de un fallo argumentado, negó a una pareja conformada por personas de un mismo sexo, su demanda de adopción de un hijo, afirmando que, la adopción es una figura jurídica creada para proteger a los niños que por diversas causas quedaron sin padres y sin familia.
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