Los infiltrados rojos
Hace cuarenta años Yuri Alexandrovich Bezmenov, exespía del ‘Comité de Seguridad del Estado’ –KGB, por sus siglas en ruso– fue entrevistado por G. Edward Griffin, escritor y cineasta estadounidense. El ruso reveló la estrategia de la Unión Soviética para acabar con Occidente, atacando particularmente a los Estados Unidos.
Bezmenov desertó a Canadá en 1970 y catorce años después, en 1984, explicó a Griffin las tácticas de desestabilización ideológica utilizadas contra los Estados Unidos durante la Guerra Fría. La información es inquietante pese al tiempo transcurrido. El ex KGB mencionó que el plan era de largo plazo: una mezcla de guerra psicológica y desinformación en un proceso de veinte años (algo que definitivamente afectó a todos los países de la órbita estadounidense).
En 1954 cuando la Guerra Fría empezaba, la Unión Soviética creó el KGB; un sofisticado grupo de inteligencia que supervisó la seguridad interna, la policía secreta y las operaciones de inteligencia, interna y externa. Según Bezmenov, el KGB ahogó todo movimiento político favorable a occidente o antisoviético inclusive asesinando a políticos, además de financiar y armar a grupos de izquierda en la región, además, infiltraron a sus agentes en importantes estamentos de la inteligencia de Estados Unidos.
Solo 25% del trabajo se concentró en espionaje; el resto consistió en subvertir la ideología liberal norteamericana, a vista y paciencia de todos para que fuera asumida como un proceso natural del recambio generacional.
“Básicamente es alterar la percepción de la realidad al punto de que pese a la abundancia de información, nadie puede llegar a conclusiones sensatas para defenderse a sí mismo, sus familias, su comunidad y su país”, explicó Bezmenov. Y utilizó el ejemplo del movimiento hippy de los 60 que llegó a posiciones de poder en los años 80, tanto en el gobierno como en las corporaciones gringas; es decir toda una generación envenenada por el marxismo-leninismo a cargo de la mayor democracia del mundo.
Según el ex espía, las personas “desmoralizadas” son incapaces de comprender lo que les sucede: “están programados para pensar y reaccionar a ciertos estímulos de una determinada manera. No puedes cambiar su mente aunque los expones a información auténtica. Incluso si pruebas que blanco es blanco y negro es negro”. Esto es irreversible. Ese proceso se completó en 1984.
Cuarenta años después se nota esa desmoralización en la generación post Fujimori. Esos jóvenes prefieren enterrar los hechos comprobables e impulsar las narrativas y opiniones emanadas por los zurdos. Bezmenov habló de cuatro etapas; la segunda es la “desestabilización” (dirigida contra la economía, las relaciones exteriores y los sistemas de defensa); la tercera es la “crisis” que puede desencadenarse en menos de un mes (esto trae cambios violentos de poder) y finalmente se llega a la “normalización”.
Completados los cuatro pasos, el país vive bajo una ilusoria realidad. “La mayoría de políticos estadounidenses, los medios de comunicación y el sistema educativo entrenan a otra generación que cree vivir en tiempos de paz”.
Como nosotros los peruchos, ¿no?
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