Los verdadero enemigos de Alan
Alan García murió siendo un perseguido político traicionado por su propia gente.
El montesinismo trató de capturarlo pero no pudo. Tras el autogolpe del 5 de abril tuvo que refugiarse en Colombia. El autoritarismo le inició un proceso de extradición, pero la Suprema colombiana no lo entregó por falta de garantías judiciales.
Indebidamente fue procesado en ausencia, pero la OEA exhortó al gobierno de Paniagua a cumplir con la sentencia internacional que archivaba todos los procesos anteriores; lo cual significa que García jamás se acogió a la prescripción. Nunca la pidió. La prensa mundial recogió la verdad; pero la peruana creó un mito que los antiapristas mantienen.
Durante el gobierno de Alejandro Toledo personajes malditos lo persiguieron: García-Sayán con su defensa de los terroristas; el IDL con el caso de El Frontón; Fernando Olivera Díaz con acusaciones pueriles; y Pedro Cateriano con cargos nunca demostrados.
Bajo su segundo mandato (2006 – 2011) Alan cometió el grave error de no escuchar a quienes, amicalmente, le sugerimos destrozar al enemigo. Su talante democrático no le permitió tal acto de justicia.
El humalismo lo persiguió incesantemente con una mega comisión parlamentaria, sin demostrar nada. El 2018 pretendieron sindicarlo como líder de una organización criminal incursa en el caso Lava Jato. Se le imputó colusión agravada por concertar con Barata, la modificación legal para favorecer a Odebrecht; lavado, por recibir US$100 mil con motivo de una conferencia en Brasil, y por beneficiarse de “activos ilícitos” por US$4.8 millones recibidos por intermediarios. Jamás hubo una prueba. El traidor uruguayo Tabaré Váquez le negó el asilo.
Alan concurrió a todas las citaciones fiscales, pero el allanamiento a su casa el 17 de abril de 2019 tenía como objetivo humillarlo y someterlo a prisión preventiva. Se lo advertimos, pero él contestó lacónicamente “Otros se venden, yo no”. Después, el suicidio.
En este contexto hoy conocemos la conversación entre Roxanne Cheesman y Barata. Éste reconoce: “Siempre diré la verdad y tengo por él la mayor admiración y respeto. Nunca he hablado nada de él porque nunca hubo nada de qué hablar y él sabía eso. Los enemigos son otros, yo no”.
Creo que efectivamente los enemigos de Alan no son los bribones brasileños. Sí los fiscales, el procurador, dirigentes y traidores corruptos que todavía están en la cúpula del Apra, la dictadura vizcarrista, miembros de la Diviac y el sector prostituto de la prensa nacional. Ya serán juzgados.