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María Corina, fuego que no se apaga

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Fecha Publicación: 17/08/2024 - 21:00
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En el corazón de la antigua Caracas, donde los ecos del pasado susurran entre las piedras, se erige una casona que una vez albergó a Eduardo Blanco, escritor y político cuya obra Historia de Venezuela (1881) forjó la identidad nacional con su crónica detallada de las batallas de independencia y la esencia del país. Este libro, considerado fundamental en la formación de la identidad venezolana, no solo narró la historia militar, sino que capturó el alma del pueblo. Dos siglos después, resonarían en esa misma casa los pasos de su tataranieta, María Corina Machado, quien ha emergido como la esperanza contra la narco-tiranía. Allí vivía su abuela paterna.

María Corina, con aguda inteligencia y carisma deslumbrante, se enfrenta al régimen comunista que ha sumido a Venezuela en la miseria. Su figura se alza como un faro para los ocho millones que han huido en busca de una vida mejor. “Queremos que nuestros hijos regresen a casa, que puedan abrazar a sus familias y reconstruir juntos el país”, afirma con una voz que resuena con la esperanza y el anhelo de una nación desgarrada. Estas palabras reflejan el profundo dolor de los padres que ven partir a sus hijos, cada despedida un desgarro en el tejido familiar. Las madres permanecen con el corazón en un hilo, soñando con el regreso de sus seres queridos que han dejado atrás no solo un hogar, sino una vida.

El sufrimiento de los abuelos, que no han conocido a sus nietos nacidos en tierras lejanas, se manifiesta en el vacío de sus corazones. Imaginan a sus descendientes a través de fotografías; la distancia se convierte en una barrera dolorosa que separa generaciones. “Queremos ver a nuestros nietos, sentir su risa en nuestras casas, abrazarlos y compartir con ellos la historia y la tradición”, añaden, sus voces entrecortadas por la emoción y la tristeza de un reencuentro soñado que ya no parece tan lejano.

A diferencia de políticos desalentados como Guaidó o Capriles, María Corina desafía al dictador Maduro, quien, con más del 90% de pobreza y niños hurgando en basureros para sobrevivir, ha convertido el Helicoide en un siniestro símbolo de tortura. Maduro, tembloroso ante el rechazo de un 70% de los votantes y el impedimento de un 20% de electores en el extranjero para votar, debido a triquiñuelas de último momento, lanza amenazas en un mitin desangelado. La desesperación y el caos del régimen contrastan con la firmeza y la esperanza que María Corina ofrece. Los rosarios que lleva colgados al cuello no solo son símbolos de una fe inquebrantable, sino también de la esperanza de aquellos que se los entregan para que la Santísima Virgen la acompañe en su lucha por la libertad.

Nacida en 1967, por las venas de María Corina corre la historia de Venezuela, por ambas familias. A ella y a sus tres hermanas se les inculcó un profundo compromiso social y una firme lucha por la libertad. Su vida y sus esfuerzos representan una promesa de redención para un país atormentado. Hoy, su causa ha cruzado fronteras, avivando corazones en todo el mundo y recordando que el comunismo solo genera miseria, terror y corrupción, mientras que la esperanza puede ser el motor de un cambio. Como escribió su tatarabuelo: “El fuego de la libertad, una vez encendido en el corazón de un pueblo, nunca puede ser extinguido”.

Esta llama de libertad, alimentada por el sacrificio y la valentía, sigue iluminando el camino hacia un futuro mejor.

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