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Mario Fujillosa

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Fecha Publicación: 05/10/2019 - 20:10
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El palabrero Mario Vargas Llosa respalda el Golpe de Estado perpetrado por Martín Vizcarra con la misma pasión que repudió el autogolpe de Fujimori. Con esta doble vara nace un nuevo personaje, Mario Fujillosa, el golpista selectivo. Las Fuerzas Armadas y policiales son una constante en su obra literaria, allí están La Casa Verde, Conversación en La Catedral, La Ciudad y los Perros, Pantaleón y las Visitadoras, entre otras, siempre tratadas con animadversión, una animadversión presente en su discurso.

Hoy, sin embargo, aplaude a esas fuerzas que antes desacreditó: “No ha sido muy frecuente en la historia peruana que las fuerzas militares apoyen a un Gobierno constitucional como el que preside Vizcarra; lo ‘normal’ era que contribuyeran a derribarlo”.

En su morbosa nota en El País, a raíz del suicidio del presidente Alan García, Vargas Llosa se preguntó “¿No es verdaderamente escandaloso, una vergüenza sin excusas, que los últimos cinco presidentes del Perú estén investigados por supuestos robos, coimas y negociados, cometidos durante el ejercicio de su mandato?” (vale recordar que tres de ellos fueron promovidos por él).

El padrino literario del golpe, tan supuestamente anticorrupción, ha olvidado el cúmulo de denuncias, investigaciones y vínculos del dictador Vizcarra con el proyectado aeropuerto de Chinchero y el caso Lava Jato. Lo de Chinchero ha sido denunciado, incansablemente, por el legislador Víctor Andrés “Vitocho” Belaunde, entre otros. Cansa repetirlo, pero en un audio se escucha a Vizcarra presionando al ex contralor Alarcón para que emita un informe favorable al aeropuerto.

Ese proyecto destruirá, además, un paisaje arqueológico único de restos preincas, incas y virreinales. Al intelectual español nacido en Perú (otros dicen que en Bolivia) no le interesa nuestro patrimonio cultural, en realidad le importa poco el Perú, salvo como inspiración literaria y trampolín para mantener poder en los ámbitos de la política internacional.

Ha calificado al disuelto Congreso como un “circo grotesco de forajidos y semianalfabetos”. Ni una palabra de los forajidos privados que sirvieron a Odebrecht para transferir dineros a cuentas offshore que terminaron en Cuba y Venezuela; calladito sobre los primos José y Hernando Graña tan beneficiados por el golpe.

Cuando Sean Penn publicó su entrevista al Chapo Guzmán, el Nobel escribió “es malísima, una exhibición de egolatría desenfrenada y payasa”, cierto, pero la pena fue que Penn no le preguntase al Chapo por qué su “atunero” Tlaloc operaba en el mar moqueguano y si mantenía algún tipo de contacto con las autoridades regionales. Y sí, George Soros está detrás de todo esto, pero será motivo de otra nota.