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¡Menos odio contra nuestros militares!

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Fecha Publicación: 14/10/2024 - 22:50
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Nuestras Fuerzas Armadas nuevamente están bajo ataque por desconocimiento de la historia, incomprensión institucional, ideología y odio. Se multiplican, así, las “objeciones” a la decisión gubernamental de, por fin, renovar la flotilla aérea con la compra de unos 24 aviones de nueva generación para la FAP, instituto largamente postergado y maltratado con equipos obsoletos. La narrativa —porque no es argumento— estriba en que la operación costará 3,500 millones de dólares a ser pagados en dos ejercicios fiscales, “gasto” que debería ejecutarse en seguridad ciudadana, salud, educación, etc. Quienes esto dicen no entienden que las partidas presupuestales son diferentes, y las compras para la Defensa Nacional no son gasto, sino inversión para la preservación del territorio nacional amenazado por el separatismo que alientan los bolivianos y el Runa Sur; y codiciado por Chile, sobre todo ahora que empiezan a despegar megaproyectos de infraestructura como el puerto de Chancay, el renovado aeropuerto Jorge Chávez y una larga lista de inversiones en minería, interconexión ferroviaria, carretera y portuaria, además de que estructuralmente el Perú es sólido en sus pilares macroeconómicos, lo cual lo hace apetecible para las acechanzas extranjeras.
Mantener FF.AA. bien capacitadas, entrenadas y equipadas resulta fundamental para preservar también la seguridad interna hoy amenazada por organizaciones del crimen internacional que van desde el infame Tren de Aragua venezolano hasta el mexicano Cártel de Jalisco Nueva Generación, pasando por los infiltrados colombianos de las FARC que operan impunemente en nuestra Amazonía, aparte de operar vastas redes de minería ilegal, prostitución, tráfico de personas, etc. Todos esos enemigos están, además, ligados al proyecto hegemónico continental del Socialismo del Siglo XXI que alienta el Foro de São Paulo, con Cuba en alianza con potencias extrarregionales como Irán, adversarios que nuestra policía jamás podrá combatir por sí sola.
El odio contra lo castrense se manifiesta, asimismo, en la persecución política contra quienes combatieron al terrorismo en las décadas del 80–90, como acaba de verse en la infame sentencia contra un almirante 38 años después de ocurrido un caso en el cual ni siquiera participó. El antimilitarismo en el Perú es endémico y miserable. Para los marxistas son “enemigos de clase”; para los liberales tibios son un estorbo, pero cuando la patria está en peligro, la mayoría ciudadana de inmediato invoca —como en el caso de Pedro Castillo— a los uniformados para que restablezcan el orden constitucional. ¡Más coherencia y menos odio, señores “críticos”!

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