Mentira en red
En el mundo digital, todos (o casi todos) formamos parte de las redes sociales; por medio de ellas nos enteramos de lo que acontece en el mundo, en tiempo real y antes que en los medios de comunicación tradicionales; casi a diario se hacen públicas noticias o actos reñidos contra la moral de personajes públicos, muchas veces es información falsa o trucada; de hecho, si fuera real, tampoco se tiene el derecho de hacer pública una conversación o intercambios de mensajes, independientemente de su contenido. A menudo, se utilizan escenas sexuales o de contenido sexual para degradar a las mujeres, estos videos se viralizan, causando grave daño a la víctima, con consecuencias -en algunos casos- fatales.
La tecnología permite manipular o fabricar grabaciones de audio y video para mostrar a las personas diciendo o haciendo cosas que, en verdad, no dijeron o hicieron; este material parece auténtico y real, pero no lo es; y es increíble la facilidad con la que se puede acceder a este tipo de herramientas digitales, a modo de juego uno puede poner su rostro o en el rostro de otra persona en imágenes y videos, existen tutoriales inclusive en portales de videos, se puede hacer desde un teléfono móvil. El problema radica en el mal uso que se pueda dar a las nuevas tecnologías; nuestra condición de seres humanos nos hace permeables al audio y al video, nuestros ojos y oídos toman esa información como cierta, nuestro sentido común nos dice que es algo real, consideramos algo como cierto cuando en realidad no lo es; nuestra lascivia hace que creamos en esa información y la compartamos, las redes sociales potencian esa tendencia y permiten compartir esa información de forma ilimitada e instantánea.
Esta información tendenciosa representa un grave peligro tanto a nivel individual como colectivo; pueden desencadenar actos violentos, hemos visto cómo algunos mensajes por WhatsApp y otros servicios de mensajería instantánea llevan a la violencia contra determinados grupos de personas; en este caso solo se trata de texto, al cual se le puede agregar audio y video. A nivel institucional también puede causar graves daños, ya sea en el ámbito político o empresarial; de hecho, en nuestro país se viene explotando y magnificando la desconfianza que se tiene en nuestra clase política o en líderes de opinión; las corporaciones están apostando por la inteligencia artificial para distinguir entre material real y falso. Otra consecuencia que ya es evidente es que no solo damos credibilidad a la información falsa, sino que ya hemos empezado a dudar de la verdad; esto es aprovechado por algunas personas inescrupulosas para eludir o evadir su responsabilidad.
Frente a esta problemática, tenemos mucho por hacer, se necesitan soluciones tecnológicas, legales, policiales, judiciales y comunicacionales; no todo es culpa o responsabilidad de las empresas de tecnología, ellos vienen ajustando sus términos y condiciones, pero se requiere juicio humano para distinguir entre lo real y lo falso, lo bueno y lo malo, etc.; la ley cumple su rol, sancionanando a quienes cometen estos delitos y reparando o indemnizando a las víctimas, aun así vemos que esto no es suficiente; las autoridades policiales y judiciales no están en la capacidad de atender este tipo de vulneraciones; los medios de comunicación deben educar sobre este fenómeno para que no se magnifique ni se difunda; nosotros, como sociedad, debemos ser responsables al momento de hacer clic, “likear” y compartir todo tipo de información.
La solución es tarea de todos, pensemos en las víctimas y en las consecuencias, no hagamos a otros lo que no queremos que nos hagan. ¡Detengamos esto!
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