Miren el bosque y no el árbol
El Congreso hizo bien en ampliar la legislatura hasta el 17 de enero, tal como lo sugerí en una columna publicada en esta página hace algunas semanas. La ampliación permitirá que el Congreso se reúna en cualquier momento según la coyuntura. De haber receso el Congreso para reunirse, necesitaría una Legislatura Extraordinaria convocada por el Presidente de la República o la solicitud de por lo menos 78 congresistas restándole espacio de maniobra ante alguna eventualidad que merezca su reunión inmediata.
El Congreso necesita trabajar más, pero de nada le servirá si es que no mejora su comunicación con la población. Según las últimas encuestas el Congreso tiene el mayor índice de desaprobación de los últimos años a pesar de que es una de las instituciones donde se realizan más actividades.
Hace algún tiempo me refería a la necesidad de tener indicadores de gestión. Los números ayudan a la población a comprender el uso del tiempo, y el Congreso falla en no dar a conocerlos.
Muy pocos, por ejemplo, saben el número de horas que sesiona el pleno del Congreso y las Comisiones Ordinarias y de Investigación, como tampoco saben el número de oradores por temas discutidos ni el porcentaje de asistencias de los congresistas a los diversos órganos parlamentarios.
Para aquellos que aún no lo saben, incluyo a los congresistas, analistas y periodistas, el Servicio Parlamentario cuenta con una Oficina de Estadísticas e Indicadores de Gestión que, desde su creación en el año 2006, tiene información de suma importancia sobre todas las actividades que se realizan en el Parlamento.
La información del Congreso debe ser “cruzada”, es decir no solo dar a conocer aspectos puntuales, sino el de realizar periódicamente informes con indicadores de gestión del trabajo parlamentario y del uso de los recursos presupuestales; hace veinte años el Congreso informaba sobre el uso de los recursos logísticos de las oficinas de los congresistas, entre otros asuntos administrativos.
Siempre he criticado la falta de una visión global de la actividad parlamentaria. Se acuerdan de la famosa reflexión; “¿No mires el árbol sino el bosque?” pues ese es el tipo de visión que al parecer no existe en los que administran el Parlamento. La comunicación estratégica implica saber persuadir y hacer cambiar la opinión de quien recibe la información. Sería grato conocer numéricamente el desempeño y, desde luego, la explicación de cómo y en qué ha trabajado el Congreso en esta legislatura.
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