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Miseria de la corrupción

Fecha Publicación: 17/12/2022 - 21:50
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¿Cómo escribir una columna en esta página cultural cuando la indignación es política? ¿Cómo remitirme a los capítulos de algún libro cuando en las regiones de mi país las piedras y las balas reemplazaron las palabras? ¿Con qué voluntad recomendar una novela o el último poemario de alguno de mis colegas cuando muchos de ellos hicieron suya la narrativa de quienes pretenden hacer del golpista el “caudillo” a quienes victimizan? ¿Con qué ánimo reflexionar sobre arte si en las calles la violencia se pinta como murales y la represión se impone sorda sobre los hijos de esta tierra?

Estamos asistiendo a los días cuando la miseria de la corrupción hizo metástasis. No hay “bando bueno”, no hay lado correcto de la historia, solo el burdo callejón donde se hacina la izquierda y la derecha, sus ambiciones como el barro de los puercos cuyo hedor es irrespirable. La extrema izquierda exige a gritos “Asamblea Constituyente”, “que se vayan todos”, pero sus acólitos Bermejo, Bazán y Bellido, votaron contra el adelanto de elecciones. La derecha los terruquea y sin embargo a la hora de las determinaciones votaron contra el adelanto de elecciones. No me sorprendieron Chirinos, Cueto, Montoya, Chiabra, pero qué decepcionantes los jóvenes viejos Cavero y Tudela.

Han muerto 21 peruanos en las protestas y la presidenta todavía no entiende que la respuesta debe ser política. Generalizar con adjetivos a los manifestantes es como arrojarle combustible al fuego. Por los objetivos siniestrados (comisarías, poder judicial, aeropuertos), es evidente que hay violentistas que pretenden inducirnos al caos para justificar “su nuevo pacto social”. En Lima, la clase política continúa escribiendo con mugre nuestra historia. La presidenta debe concertar, no se dialoga con fusiles ni con bombas lacrimógenas, su gabinete necesita resolver, no con las autoridades, sino con la población enardecida por la invisibilización y la indolencia, el diálogo es con los líderes de ese desborde, no con el formalismo oficial.
También son los días de la corrupción de la miseria. El Congreso sabe que con ese 4% de aprobación es la institución más desacreditada de la República, aun así, es como si ensayara para presentarnos cada día su cara más abyecta. A la sed del descontento popular no se le debe responder con la angurria de las amebas. Pretender quedarse hasta el 2026 con la excusa del respeto a los plazos para convocar una elección, es miserable. O Boluarte entiende que el suyo es un gobierno de transición y el Legislativo se exige un mínimo de decoro, poniéndose de acuerdo, o volveremos al viejo enfrentamiento entre ambos poderes que no terminará sino en la prolongación de este baño de sangre y de tragedia. El Perú no lo merece.

#QueSeVayanTodos

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