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Mordaza a la libertad

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Fecha Publicación: 22/09/2021 - 22:00
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Que Pedro Castillo tiene aversión a la prensa es un hecho ya innegable. Ello, aunque sus más entusiastas defensores desplieguen esfuerzos por afirmar lo contrario. Desde el inicio de su gobierno, el actual “gobernante” se encargó de marcar la pauta de cómo sería su relación con los medios de comunicación.
Los socios de su gobierno aducen que la actitud de Castillo se debe a una supuesta animadversión generada por “la gran prensa” que, supuestamente, busca desestabilizar e impedir la gobernabilidad en el país. Sus delirios de persecución lo llevan a suponer que existen “intereses económicos de la ultraderecha”. Término acuñado por el actual ministro de Trabajo, Íber Maraví.
Lo cierto es que la renuencia de Castillo en responder a la prensa se debe, sencillamente, a sus claras limitaciones intelectuales e incapacidad para comprender la enorme responsabilidad que tiene frente a la nación, y de cara a la comunidad internacional.
En su reciente gira internacional, el mandatario –muy a pesar de él- se ha visto en la obligación de aventurarse y atender a la prensa extranjera como ha podido. Sus intervenciones han sido, cuanto menos, pintorescas. Han desatado, incluso, la curiosidad de la comunidad internacional. Hay quienes manifiestan que se trataría de un estilo cercano a la parodia política.
El despliegue de inexactitudes y despropósitos que hizo en sus discursos en la Celac, OEA y ONU terminan por confirmar la razón de su silencio ante las cámaras de la prensa local. El “estadista especial”, como lo llamó el secretario general de la OEA, solo rompe su habitual silencio para demostrar al mundo sus limitaciones e ignorancia en temas de Estado.
Pero su silencio no solo obedece a la carencia de entendimiento de políticas de gobierno; él sabe que debe permanecer en las sombras. La misteriosa reunión sostenida con Nicolás Maduro –reunión a la que “accedimos” por palabras propias del dictador venezolano- nos dan cuenta de que el gobierno de Castillo tiene su propio plan y que no responde precisamente a los intereses nacionales. Existirían intereses subalternos que se alinean directamente al Foro de Sao Paulo. De allí nacen planes como la altamente promocionada Asamblea Constituyente; siendo ésta la estrategia para cimentar una nueva dictadura funcional y servil al comunismo internacional.
El código de silencio que promueve el gobierno de Castillo se evidencia, también, en sus ministros de Estado. En numerosas ocasiones los célebres ministros han optado por la confrontación y en algunos casos, tristemente ya frecuentes, por el maltrato a periodistas que intentan cumplir cabalmente sus funciones.
Lo más alarmante es que, no conformes con gobernar a hurtadillas, ahora se pretende silenciar directamente a la prensa con una propuesta de ley impulsada por la bancada de Perú Libre. El congresista Abel Reyes (parlamentario por dicha agrupación) es quien ha demostrado mayor interés en proponer que se declare de necesidad pública “la justa y equitativa distribución del espectro electromagnético y radioeléctrico” de la radio, la televisión y otros medios de comunicación.
Esto representa un grosero intento para amordazar a la prensa nacional y a toda voz disidente en los diferentes medios de comunicación. Una práctica que se desarrolla en países como Venezuela y Nicaragua, y que forman parte del plan que el Foro de Sao Paulo tiene para la sumisión de naciones en Latinoamérica.
Vemos pues que la política de silencio -que ensordece desde palacio- no es fruto de la causalidad. Los hechos corroboran el plan de sumisión digitado externamente. Una vez más nuestra libertad está en riesgo. Es nuestra obligación combatir todo aquello que pretenda arrebatárnosla.

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