Mundial en el infierno
Según Jorge Luis Borges uno de los “mayores crímenes” de los ingleses “era haber llenado el mundo de juegos estúpidos, como el fútbol”. Hoy cuando se inaugura el Mundial 2022 en Qatar, Borges detestaría más ese deporte, especialmente por la fingida hermandad alrededor de una pelota, mientras la guerra entre Rusia y Ucrania sigue escalando y el mundo se hunde en una crisis económica global que amenaza dejar a muchos países en harapos, muertos de frío y de hambre. Qatar no solo es infernal por sus altísimas e insoportables temperaturas, sino por sus abiertas violaciones a los derechos humanos, de las mujeres, de la comunidad LGTBI y de expresión.
El vuelo del equipo de Polonia debió ser resguardado, en todo el trayecto a Doha, por aviones caza bombarderos. Esto como medida de precaución después de que misiles de la guerra ruso ucraniana cayeron en territorio polaco ocasionando dos muertos.
Es la primera vez que un Mundial se desarrolla en un país árabe, poseedor de uno de los mayores depósitos de petróleo y gas del planeta. Un país sin afición futbolística, pero con muchísimo dinero para comprar lo que quiera y hacer lo que le da la gana como patear los derechos de las mujeres, vociferar que los homosexuales tienen “daño mental” y la deplorable kafala, un sistema laboral intensivo en el que a un clavo se le da más importancia que al trabajador. Qatar es, además, un país donde los derechos humanos son pisoteados ante la pasividad de Occidente.
Es así que en diez años los qataríes han podido erigir seis lujosos estadios, remodelar otros dos, y otras obras -el metro, el tren, el tranvía-, inclusive bajo el calcinante sol de verano cuando las temperaturas alcanzan los 50ºC. La infraestructura ha dejado un número indeterminado de trabajadores muertos por el excesivo esfuerzo físico. Así que tras presiones de instituciones de Occidente a la FIFA la kafala debió eliminarse. Las mujeres son discriminadas en la ley y en la práctica: necesitan el permiso de su tutor varón -sea el esposo, padre, hermano, abuelo o tío- para casarse, estudiar en el extranjero becada por el gobierno, trabajar y viajar.
Qatar, con todo y su radical ley islámica, quiere ser aceptado y usa ahora al fútbol para intentar limpiar su imagen, al menos eso es lo que esperan que ocurra. Los más optimistas esperan a patada de pelota se logre cambiar todo lo despreciable y brutal que representa Qatar.
Por lo pronto las cantantes Shakira, Dua Lipa y Rod Stewart declinaron abrir el espectáculo, mientras Maluma lo hará con la excusa de que no debe politizarse el arte, siendo el Mundial no solo político sino geopolítico. No quiso contestar Maluma, ¿por qué cantará donde las violaciones a los derechos humanos son el pan de cada día? Veremos si esto afecta su carrera en Occidente o si en realidad todos somos unos malditos hipócritas estupidizados por “Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota”.
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