Música para Giovanna Benedetti
Coincidimos, por primera vez, en una entrevista vía zoom, para el festival “Luna de locos” de Pereira (Colombia). Yo sabía de ella desde hace más de una década. Ese primer contacto fue especial: significó confirmar su dimensión no solo como la poeta más importante de Panamá, sino como una de las más importantes de Iberoamérica. Hablamos de la poesía escrita por mujeres, del feminismo, de su cocina literaria. Ese diálogo que empezó en las redes se materializó en España, en octubre pasado cuando, invitados al XXVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos de Salamanca, nos abrazamos por primera vez en el patio del Colegio Arzobispo Fonseca. Giovanna Benedetti participaba del Encuentro en calidad de homenajeada, ella y el poeta colombiano Omar Ortiz Forero fueron reconocidos como Huéspedes Distinguidos por Carlos García Carbayo, alcalde del Ayuntamiento. “Música para las fieras” fue el primer libro que leí de esta poeta ganadora, seis veces, del Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró. Abogada, doctora en Derecho de Autor y Derecho de la Cultura, periodista, ex directora general del Archivo Nacional de Panamá, entre otras responsabilidades y entre otros méritos; me capturó su facilidad para abordar la tragedia, el dolor y el júbilo, esa capacidad para hacer de la memoria su más puntual registro en una incursión hacia el desgarro con “esa otra forma rara de los cielos que es el verbo”, en “una música que entiende ese sonido de las fieras/ que nunca se consume, sino que se consuma”. “Giovanna Benedetti pasa revista al universo, cifra el tiempo, da significado a la escritura que nombra, y deja oír el aleteo de los pájaros”, señala Luz Mary Giraldo, en un acercamiento a “Fatamorgana”, su más reciente poemario. “Dueña de una imaginación portentosa y de un hondo sentido lingüístico, Giovanna Benedetti es una profunda conocedora de la gran tradición poética universal, y parte de esa sabiduría para construir una obra repleta de significaciones que sumerge al lector en una experiencia literaria de largo alcance”, apunta Raquel Lanseros, en el prólogo a “Después de los objetos”, su antología que reúne “Entonces, ahora y luego” (1991), “Entrada abierta a la mansión cerrada” (2005), “Música para las fieras” (2013) y “El tambor de la agonía y otros poemas”, poemas escritos en diversas épocas, cuatro ventanas que nos conducen al universo de una mujer que ha hecho de su obra el más bello volumen de una vida que nos enseña a lidiar contra la fugacidad del tiempo. “Era importante amarrar/ todos los cabos sueltos. / Desatar el alfabeto interno de las olas. / Surfear entre dos aguas para remontar las voces. / Y trenzar con nuevos mimbres la impaciencia”. Poetas, leerla es un deber.
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