¿Negocios son negocios?
Perú es el segundo país latinoamericano más afectado por el virus chino, después de Brasil. También estamos detrás de Brasil en lo que a inversiones chinas se refiere. El año pasado esta alcanzó, aquí, los treinta mil millones de dólares. En 1992 captamos la atención económica del dragón rojo y la estatal Shougang adquirió el yacimiento de hierro de Marcona, en un Perú quebrado y desangrado por los terroristas de Sendero Luminoso, de inspiración maoísta y pro-China.
En 2001 la China Comunista ingresó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y empezó a comerse el mundo con especial apetito por nuestra región. Para algunos tal preferencia estaría impulsada por la fuerte presencia e influencia de los Estados Unidos en estos lares; hegemonía geoestratégica que los chinos pretenden socavar. Sus inversiones responderían entonces a una estrategia geopolítica y de expansión ideológica.
Con acierto el economista Luis García-Miró escribió que “Más del 20% de la inversión minera en el Perú (US$11,700 millones en megaproyectos como Toromocho, Río Blanco, Marcona, Las Bambas, Constancia, la Galena y Cerro Verde) es propiedad del Estado chino [y que] inclusive adquirió un 60% de la empresa que construye un táctico puerto en Chancay. Los estudiosos deberían cavilar sobre el peso específico –a la vez que estratégico– que China, gobernada por un partido comunista, ha alcanzado en el Perú”. Las empresas estatales del país comunista controlan 25% de nuestro cobre, prácticamente 100% del hierro y 35% del petróleo, son los grandes explotadores del subsuelo peruano. Con la compra de Chaglla a la inmunda Odebrecht producen el 5% de la electricidad nacional, también son dueños de Luz del Sur. Tienen intereses en telecomunicaciones, la instalación de banda ancha, la red 5G y los proyectos ferrocarrileros: tren de cercanías y el binacional Perú-Brasil. La Superintendencia de Banca y Seguros, SBS, acaba de dar pase a las operaciones del Bank of China, uno de los más grandes del planeta. La avanzada no cesa.
Los chinos han regalado al mundo letales pandemias como la “gripe asiática” que infectó a más de 45 millones a fines de los años 50. Ahora sufrimos la pandemia desatada por el virus corona, que algunos sostienen fue liberado premeditadamente de un laboratorio en Wuhan. A mediados de enero la Organización Mundial de la Salud, OMS, encabezada por un etíope comunista, afirmó irresponsablemente que las investigaciones preliminares en China no encontraron evidencia “clara” de que se transmitiera de persona a persona.
El peor “virus” de China se llama comunismo, su contagio será imparable si los políticos y empresarios del mundo libre siguen embobados con los millones de los inver-invasores.