Ni en Suecia, ministra Pablo
Hace tres años niños uros usaban inestables bateas para llegar al colegio 'navegando' el Titicaca. En 2015 una asociación privada instaló un módulo de descanso para los escolares que debían caminar cuatro horas desde Ccora hasta su escuela en Chanka, Cusco. El último verano debido a las lluvias e inundaciones norteñas, los profesores chiclayanos cruzaban el río Zaña en cámaras de llantas para llegar a dictar clases. El enfoque de género no cambiará esta realidad ni la paupérrima calidad educativa peruana.
La ministra de Educación Flor Pablo debería enfocarse en mejorar la educación nacional tomando en cuenta los factores climáticos y culturales regionales para adecuar los procesos educarivos a la geografía de cada zona. Pablo tiene que fomentar el transporte para profesores y estudiantes; construir nuevos planteles, seguros, equipados y con acceso a un médico o enfermera escolares. La ministra debería comprender la urgencia de fortalecer los programas contra el uso de drogas y alcohol, entre escolares, porque esa es la raíz de los comportamientos violentos y de un futuro trunco pata los consumidores.
Forjar seres humanos íntegros, solidarios, respetuosos del prójimo (siempre diverso), capaces de controlar su ira y su impulsividad erótica, desarrollando su potencial intelectual, físico y creativo no pasa por ningún “enfoque de género”, porque como lo explica Eva Solberg, política sueca y feminista: “la violencia no es y nunca ha sido un problema de género”. Suecia es el segundo país más igualitario de la Unión Europea, UE, pero registra altísimos índices de violencia contra las mujeres. En 2017 Asa Regnér, ministra de Igualdad, reconoció que pese a las múltiples medidas impulsadas por el Estado a lo largo de años “Las agresiones no han bajado” (la ‘paradoja nórdica’: altos índices de violencia contra la mujer, en países igualitarios).
En 2017 “El País”, de España, publicó “¿Suecia paraíso de la igualdad?”, informando que los investigadores manejan la hipótesis de que en los países nórdicos el empoderamiento de las mujeres habría suscitado una reacción violenta del mundo machista, o que el origen se encuentra en el alto consumo de alcohol en esos países. En el Perú, el alcohol y las drogas son factores presentes en buena parte de los escenarios de feminicidios y agresiones físicas y sexuales a mujeres.
Hágase un favor ministra, queme su agendita de género y ocúpese de la prevención, la educación y la infraestructura. La Paradoja Nórdica muestra que el “enfoque de género” no sirve ni en Suecia, y aquí no estamos para experimentos tardíos.
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