No vi sus rostros, pero sí sus corazones

Estuve ausente cuatro semanas. Fui alcanzado por covid al igual que mi mamá; yo estoy encasa; sin embargo, ella sigue luchando por su vida en una cama UCI. La experiencia de estar infectado, solo en una habitación, hace que tu cabeza se llene de recuerdos, pero sobre todo a proyectar el futuro, si en caso tienes la suerte de tenerlo.

Estuve con mi madre en la Villa Panamericana, en dos ambientes contiguos y atendidos por jóvenes médicos, enfermeras y auxiliares totalmente profesionales. Nunca le vi sus rostros, pero sí sus corazones. Desde que pisamos las instalaciones del conjunto habitacional, acondicionado perfectamente por EsSalud, la atención médica fue extraordinaria y meticulosa en todo aspecto; inclusive hay asistencia psicológica, si lo requieres y programas motivacionales donde los pacientes recibimos la visita de “clowns” que te alegran el día y en otras ocasiones coreografías para levantar el ánimo de los que estamos internados.

Sé que no todas las personas infectadas tienen la suerte que yo, pero creo que es de justicia decir públicamente lo que los servidores de EsSalud hacen con sus miles de pacientes. En mi proceso de tratamiento y recuperación, reflexioné sobre la pésima gestión delos que han gobernado el Estado en los últimos años en materia de salud -aunque hay excepciones- que no lograron invertir lo suficiente en todo el país.

Creo que los peores enemigos de los peruanos son los cerebros de los que hacen gestión y de aquellos que aprueban normas engorrosas sin evaluar el costo y beneficio social.

Aprueban normas pensando solo en evitar la corrupción y no en crear la infraestructura tan necesaria para salvar vidas.

El viernes vi al Presidente en ejercicio Francisco Sagasti en el aeropuerto de Piura en una ceremonia para entregar vacunas, movilizó al personal del ejército, hubo hasta banda de músicos, la cual demoró por lo menos dos horas y me pregunté ¿si es una urgencia la entrega de vacunas por qué el presidente prefiere demorar su entrega desperdiciando el tiempo en una ceremonia? ¿Acaso no sería mejor ahorrar esa horade ceremonia para que las vacunas sean entregadas con la urgencia que se requiere? A ello me refiero, los gestores del Estado “ven el árbol y no el bosque”.

Hoy reinicio mis columnas de los lunes. Le agradezco al director de Expreso Antonio Ramírez su solidaridad y al personal de EsSalud por lo que hacen por sus enfermos.

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