Objetivo: que siga reinando la impunidad
La crisis política aviva sus llamas cada vez que las investigaciones fiscales avanzan en su titánica lucha por desenredar la madeja de la mega corrupción política-judicial-mercantilista enquistada en el corazón de nuestras instituciones, la clase política y empresarial. La desesperación por los avances en los casos Lava Jato y especialmente en el referido al Club de la Construcción (con la confesión del Barata peruano, líder del mayor grupo constructor y mediático empresarial local), se ha traducido en feroces ataques a los fiscales que buscan no solo sacarlos de las investigaciones sino torpedear los acuerdos de colaboración eficaz para que siga reinando la impunidad.
Pero no solo son los ataques directos al cuerpo de la fiscalía ad hoc y a la fiscal de la Nación, que aún sirve de firme coraza de protección. Los “afectados” por las investigaciones siguen buscando generar caos y avivar la crisis política para generar las condiciones que les permitan tomar de nuevo el control de jueces y fiscales, hoy esquivos y a punto de ser desaforados por su oprobioso pasado. Por lo pronto, desde la clase política parapetada en el Congreso -que está hasta el cuello hundida en los desmadres de Odebrecht y de la mafia de la construcción-, se viene desplegando una estrategia que apunta a la vacancia presidencial, retomar el control político y del sistema de justicia. ¿El resultado esperado? Hacer “verdadera justicia”, es decir, limpiar de polvo y paja a sus secuaces y meter presos a quienes les hicieron la vida imposible.
Para cumplir este sueño de impunidad, primero buscarán convertir a Martín Vizcarra como un “incapaz moral”. Sus insumos para lograr ello se basan en su actuación frente al caso Chinchero y la activación de una serie de denuncias promovidas por sus enemigos políticos cuando ejercía el cargo de presidente regional de Moquegua. Después, sus operadores políticos buscarán tomar el control del Tribunal Constitucional (seis de los siete magistrados que los conforman culminaron su mandato en junio último), la Corte Suprema y el Ministerio Público, para volver a colocar a sus “hermanitos de cuellos blancos”, a quienes los protegieron incestuosamente en los últimos meses. Y, finamente, una vez expectorados los fiscales y jueces “enemigos de la democracia”, el reino de la impunidad volverá a florecer en medio del hedor fangoso de la corrupción. Claro, una vez restaurado el “orden constitucional”, la clase política nos floreará con afirmaciones como: “Hemos fortalecido la democracia sacando del camino a quienes buscaban violar la Constitución con el adelanto de las elecciones y usaban la justicia para perseguir a nuestros líderes, santos y mártires de nuestra era republicana”. ¡Viva la impunidad! ¿Nos quedaremos inermes ante ello?