Paco Tumi
Nacido en Talara, el 4 de junio de 1957, periodista, lingüista y escritor, se graduó por la Pontificia Universidad Católica del Perú y obtuvo un máster en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue conductor de televisión, director de revistas, traductor y corrector de textos en Pekín, catedrático en la Universidad del Pacífico, amigo de sus amigos; lo conocí gracias a Óscar Málaga durante los meses cuando coordinamos la edición de “La ópera de Dulce Diamante”, que presentamos juntos, en agosto de 2014, en el Ilustre Colegio de Abogados de Lima.
Recuerdo que me recibió en su departamento de San Isidro y rompió el hielo cuando me dijo que conocía a los Viale: “Los del Parque 45”, puntualizó, y yo me quedé impresionado por la forma de su descripción de aquel barrio que lucía en mi memoria con esa misma exactitud. Pasamos a la novela de Málaga, coordinamos la fecha de su lanzamiento y desde entonces no dejamos de estar comunicados. Luego llegó la pandemia y modificamos nuestros centros con la imprecisión de resistir al miedo colectivo. Paco retornó a sus investigaciones, yo volví a mis labores de gestor.
que, en octubre del año pasado, me escribió al WhatsApp para agradecerme por mencionarlo en una de mis columnas de mayo del 2020. Cómo no referirme a él si se trataba de imaginar al más ilustrado de nuestros intelectuales ejerciendo como asesor en el Ministerio de Cultura. Era una ucronía. Esos gestos hacían de Paco el más puntual de los amigos, formal, diligente, preocupado. “Cuando tenga mi casa en Madrid, yo te alojaré”, me expresó solidario luego de enterarse sobre cómo un funcionario de la Cancillería se portó como un miserable los días que estuve en la capital española. “Los saludos de Año Nuevo del vate piurano Carlos Guevara, te los extiendo a ti también, querido Harold”, me escribió la noche del 31 de diciembre, con el reenvío de un conmovedor audio de Guevara Morán. Hablamos hace tres semanas cuando estuve en Piura y volvimos a comunicarnos hace algunos días durante mi paso por Trujillo. Me cuesta asimilar que ya no esté.
Esta época es más siniestra de lo que proyectamos, al partir Paco el Perú pierde a uno de sus más valiosos intelectuales y sus amigos perdemos la oportunidad de dialogar con la sabiduría, con el abrazo leal, con la actitud generosa y dispuesta a darlo todo por la alegría del otro. Fui testigo de tu preocupación por Málaga, gracias a ti pudimos concretar la publicación de su novela, tu ojo de buen lector fue el que mejor supo recomendarme narradores y poetas. Te voy a extrañar, viejo amigo. Que la tranquilidad, de aquella Talara de tu infancia, te acompañe en tu retorno a la energía. Un fuerte abrazo, Paco. No nos quedamos en paz.
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