PBI o PBP
Dice antiquísimo refrán, que el infierno está empedrado de buenas intenciones y es más que evidente, que constituye buena intención que se eleven los recursos presupuestales del sector Educación, para que los educandos puedan recibir un óptimo servicio educativo del Estado, que los maestros estén mejor remunerados y no tengan que dupletear trabajos, para llevar sustento a sus hogares y, por último para que nuestras escuelas tengan locales modernos; aulas de primer nivel; laboratorios, bibliotecas y campos deportivos óptimos; sin olvidar la incorporación al mundo digital.
Bueno pues, con el mejor de los propósitos, que no puede ser otro que el relatado en el párrafo anterior, se ha presentado proposición legislativa en el Congreso para asignar el 6% del Producto Bruto Interno (PBI) al Sector Educación y los solícitos parlamentarios, entre aplausos y sin mayor análisis, aprobaron la iniciativa.
Probablemente, pensando en próximas elecciones para obtener el voto popular hacia sus partidos políticos, imaginaron que su buen propósito sería bien recibido por la ciudadanía, lo que seguramente es cierto, aunque no responsable.
Sin embargo, olvidaron los congresistas, no todos por cierto, o por lo menos no quisieron tenerlo en cuenta que, según la Constitución, la administración económica y financiera del Estado se rige por el presupuesto que “anualmente” apruebe el Congreso. Además, también con arreglo a la Constitución, el presupuesto asigna “equitativamente” los recursos públicos y debe estar “efectivamente equilibrado”.
Conforme han pasado los años, cada vez la actividad presupuestal es más técnica y se apoya en “Programación Multianual”, debido a que tiene que tener el presupuesto relación con la planificación gubernamental y atendiendo a que hay obras cuya ejecución excede el período anual.
Posiblemente los autores de la proposición, se inspiraron en el Acuerdo Nacional, en que se planteó llegar a la meta del 6% del PBI anual, para el sector Educación, pero en forma progresiva, establecida en el 0.25% por año. Ello como un deseo, pero el presupuesto tiene que ser técnico, siendo los egresos a tono con los ingresos y sin tener los parlamentarios iniciativa de gasto.
Sin ninguna duda, no debe haber peruano que no quiera mejor educación para sus hijos, pero siendo el Perú de grandes carencias, requerimos elevar el deficiente servicio de salud del Estado, y como testigos tenemos a quienes padecen el Covid-19. También nuestra infraestructura vial es penosa, nos faltan puertos y aeropuertos modernos, hay que concluir la electrificación del país y la dotación de agua, entre tantas otras necesidades.
Si es que nos prodigamos en asignar porcentajes de los ingresos presupuestales, y peor si es del PBI, sería prácticamente imposible la asignación anual y equitativa que ordena la Constitución.
El Producto Bruto Interno (PBI) es “medida agregada de la producción de una economía, y refleja el flujo de bienes y servicios producidos en el territorio de un país en un determinado período de tiempo…” (Glosario de Términos Económicos del BCRP), por lo cual su cálculo previo es difícil de establecer y no deberían confundir los parlamentarios el PBI (Producto Bruto Interno) con el PBP (no me pregunten su significado).