ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Pobre básket

Imagen
Fecha Publicación: 04/05/2025 - 21:00
Escucha esta nota

Mientras la generosidad y el dispendio del Estado no tiene límites tratándose de competencias sinuosas y sin ninguna trascendencia deportiva en el país, pasa inadvertida para nuestra afición la triste situación del básket, una de las disciplinas más castigadas en los últimos años, que sigue siendo el patito feo del siglo XXI al no contar, por añadidura con reconocimiento, ni credenciales internacionales por parte de la FIBA.
Dicho en buen castellano, no existe y si hay algún mortal que cree que tendremos al básket peruano en los JJPP del año 2027 cuya organización cuestionamos desde meses antes de la postulación de Lima, estamos camino a repetir esa vergüenza de no poder competir como ocurrió en los Panamericanos del año 2019.
Hablamos de castigos que hemos sufrido por esos apetitos desmedidos de una sarta de infelices que se apropió de la FPB hundiéndola en una crisis total, a tal punto que no sólo el básket no existe en el Perú, salvo algunas iniciativas aisladas que se circunscriben a grupos cerrados, sino que hemos llevado al cadalso a sus cultores, entrenadores, árbitros, clubes y finalmente, a la propia afición, aquella afición que supo durante años gozar con la poco competitiva liga casera y hasta los torneos internacionales.
Hoy revisamos que esta historia negra del baloncesto peruano no es un hecho en solitario, porque los graves problemas desde principios de siglo han desarmado su precaria estructura, cuando por ejemplo el IPD con Eduardo Schiantarelli de presidente pretendió despojar a la federación del Dibós Dammert pese a que existían documentos de una permuta con el coliseo del Puente del Ejército que hoy es manejado por la Policía Nacional del Perú.
Y en aquel entonces la competencia oficial debió arrimarse al campo auxiliar que ya no tenía más espacio para las academias de verano y seguir sembrando la disciplina en los chicos interesados en seguir los ejemplos de sus mayores. Recordamos que las losas externas del propio Dibós eran ocupadas para, verbigracia, festivales y ferias así como el apetitoso “chancho al palo”.
Mientras la actividad esté congelada y no retornen con vigorosidad los desaparecidos torneos organizados por las ligas en el país con el aval de una federación sin cuestionamientos, no aquellas directivas que aparecen en papeles pero que no puede hacer una convocatoria a una selección nacional de damas y/o varones por cuanto están proscritas y la FIBA las tiene tachadas, de qué deporte hablamos.
Estamos sumando años de nula participación internacional, a lo que debemos añadir, otro tanto, generaciones perdidas que no han podido representar al Perú en ningún lado, de dirigencia, entrenadores y jueces que han perdido oportunidades de dirigir y hasta capacitarse fuera, porque sus postulados representan un saludo a la bandera y no tienen forma de hacer escuchar su palabra.
Jamás podíamos imaginar una marginación de este vuelo. En algún momento de su historia, el segundo deporte colectivo del país en la década del 60 y 70, con títulos sudamericanos y un Coliseo Amauta, lleno de bote a bote, con televisión en directo, rugiendo 15 mil espectadores en esa final femenina sudamericana ganando a Brasil. Respirándole en la nuca en popularidad al fútbol y luego al vóley femenino. Qué épocas por Dios !
Acá si funciona aquella frase que “todo tiempo pasado fue mejor” porque se ajusta a una realidad de espanto en el baloncesto. A un desalentador escenario de miseria que no lo merece vivir en una decadencia absoluta.
El básket lo pide. Basta de agresiones y torpezas.

Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.