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Poesía & libertad

Fecha Publicación: 06/01/2024 - 20:50
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Uno no elige la poesía: la poesía nos elige. Esa es su primera manifestación de libertad. ¿Qué necesita esa fuerza para escribirse a través de nosotros? Rebeldía. Un creador es un cazador de emociones; como tal, es un ser inconforme: sabe que nunca podrá capturarlas, sin embargo, está allí, enfrentándose a lo que no conoce, pero advierte. De esa cualidad se vale la poesía para adherirse a su voluntad, para hacerse uno con aquellos a quienes marca para estremecer la sociedad.

La poesía nos entrega visión, el poeta ve más allá de lo que toca el entendimiento. Por eso su papel es advertir, prever la destrucción. Los poetas asistimos a un momento apocalíptico. Mi generación es la generación que ha sobrevivido a la pandemia, que aún no aprende a normalizar la hegemonía de las telecomunicaciones, que vio cómo las grandes potencias que polarizaron el planeta recurrieron a otras formas de dominio. Por eso, la poesía continúa afirmándose, por eso sigue en su épica por sostener la libertad, por hacer de nuestra rebeldía aquellas antorchas que, desde el conocimiento, o la intuición, señalan el horizonte.

¿Por qué haces un festival de poesía? Me preguntan en las entrevistas. Yo siempre respondo: Se realiza un festival de poesía para llamarle la atención a la indiferencia, para decirle a quienes nos dieron alguna vez la espalda, que aprendimos a vivir por la sola sensación de reconocernos en una palabra que se pone de pie sobre nuestras palmas; se realiza un festival de poesía para explicarle a quienes nos cerraron las puertas que nuestras ventanas siempre estarán abiertas, porque el poema siempre será una ráfaga de libertad, un proyectil para anunciar la primavera. Celaya tenía razón cuando afirmó que la poesía es un arma cargada de futuro.

La poesía resiste en la acción contra el horror y contra la muerte, contra la indolencia y la incapacidad, contra la tragedia que unos pocos pretenden sostener. Con la poesía honramos la vida, el arte como esa emoción de rebeldía que, si no se pudiera escribirse, igual nos marcaría, nos tocaría con su rayo, nos estremecería el corazón, nos aportaría vértigo, coraje, seguridad y, aún en medio de la guerra, nos permitiría organizar el desorden con una disciplina que fluye de forma anti represiva. La poesía es libertad. No me creas: siéntela.

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