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Políticos, ¡recuperen la clase!

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Fecha Publicación: 29/06/2020 - 18:34
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Algunos dirán que estoy pidiendo peras al olmo, pero el contexto dominado por las secuelas de la pandemia no está para ser negacionista, obstruccionista, angurriento y menos demagogo. Sin embargo, los primeros que actúan como carroñeros en medio de la sangre, dolor, desesperación e incertidumbre son quienes deberían de asumir la responsabilidad de ser faro en medio de la oscuridad y encaminar los esfuerzos nacionales con la sensatez y cordura que estos tiempos exigen.

Y en esa primera línea de responsables está nuestra clase política. Sí, aquella que por excelencia se forma y conforma del voto ciudadano, y que debería ir nucleando los mejores cuadros políticos en los que es necesario el soporte de equipos con enfoques multidisciplinarios, que se alimenten y retroalimenten de los espacios de diálogo social, que sistematicen las buenas prácticas e iniciativas de los ciudadanos, que promuevan la investigación social y económica donde converjan la experiencia y el espíritu de renovación de nuestra juventud.

¿Hay materia prima para empezar esta renovación en nuestra clase político? Claro que sí. Cuando uno recorre el país encuentra mucha sabiduría popular, múltiples esfuerzos de comunidades y organizaciones populares y gremiales que vencen el egoísmo y apuestan por la solidaridad, ríos de emprendimiento juvenil enhebrados por la fuerza notable de la experiencia, que trasciende lo anecdótico y es abrazado por la sostenibilidad gracias a la empresa privada o al financiamiento estatal.

Ha llegado la hora que los políticos que hoy ejercen la responsabilidad de administrar el Estado y los que desde las galerías intentan hacer lo mismo, replanteen su visión depredadora, miope y cuasi mesiánica. Los ciudadanos no los han elegido para repartir los fondos públicos como volantes por calles y plazas. Tampoco le han dado su voto para dar leyes populacheras sin el mínimo soporte analítico del tan esperado costo beneficio. Los han elegido para que planteen reformas estructurales, engarzadas al objetivo nacional de bienestar social sostenible, donde las libertades sean respetadas al igual como las múltiples visiones pluriculturales que cincelan nuestro territorio.

Hoy la clase política debe centrar su materia gris en cómo implementar una reforma del sector salud que permita construir un sistema sanitario universal sostenible, al igual que un sistema educativo que forme a las nuevas generaciones dotados de capacidades y herramientas para el cambio, un sistema de justicia y de seguridad ciudadana eficaz e inmune a la corrupción, así como una política pública de cierre de brechas en los servicios de agua potable, conectividad física y virtual, básica para la construcción de una sociedad con igualdad de oportunidades.

¿Y cómo financiamos la sostenibilidad de estos sistemas y servicios? Ahí viene la reforma económica, fiscal y tributaria que apunte a formalizar un país que hoy deambula en el anarquismo. Es hora de entender que si queremos buena salud, educación, justicia y seguridad ciudadana es necesario que la mayoría pague tributos simples y directos. Del cuero saldrán las correas.