Por los primeros veinte, Héctor
Conocí Santiago gracias a su invitación al II Poquita Fe, en noviembre del 2006. Antes, publiqué en Lima “Putamadre” (2005), su antología poética, después “Segunda mano” (2007). Coincidimos en la I Feria Internacional del Libro de Guayaquil (Ecuador), el 2010; el 2021 en el Festival Internacional de Poesía de Granada (España), el año pasado en el Festival Internacional de Literatura Las Líneas de su mano, en Bogotá (Colombia).
Han pasado veinte años desde la primera vez que nos reunimos. Representante fundamental de la novísima poesía chilena, autor de una obra monumental, Héctor Hernández Montecinos es una de las voces más poderosas de la poesía Iberoamericana. Por eso, con la organización del décimo Festival Internacional Primavera Poética no dudamos en convocarlo como uno de nuestros homenajeados. Héctor retornó a Lima el 5 de setiembre, verlo salir por la puerta dos del aeropuerto Jorge Chávez me trasladó a esa primera tarde en el Centro Cultural de España, cuando nos habló de los libros de “Contrabando del bando en contra”, su primer proyecto editorial.
Luego fundaría Mantra el 2006, sello con el que publicó “La ciudad Lucía”, de Paula Ilabaca. El 2007 volvimos a reencontrarnos en Lima, en el País Imaginario. El 2010, en Guayaquil, conocimos a ese loco maravilloso de la poesía en español, Leopoldo María Panero. El autor de “Así se fundó Carnaby Street” falleció el 2014, pero quedaría para siempre en nuestros recuerdos aquellos días cuando apagaba sus Marlboro, cada dos minutos, frente a la atenta mirada de Ernesto Carrión, Mario Bellatin y Carlos Calderón Fajardo.
Pasaron entonces once años. En 2021 Héctor estaba en Salamanca, yo en León, cuando gracias al WhatsApp, volvimos a comunicarnos. Antonio Gamoneda, Remedios Sánchez, y una copa de vino, a dos cuadras de la Universidad de Granada, sellaron el abrazo con uno de mis más queridos hermanos.
Colega, amigo, cómplice, acaso uno de los más entendidos sobre lo que acontece con la poesía en territorio iberoamericano, especialista de la obra de Raúl Zurita, a quien conocí gracias a él, en aquel lejano 2006; Hernández Montecinos ha edificado una obra con brazos en varios países latinoamericanos. Se trata de un autor que, a sus 43 años, es el mentor de una generación que fue más allá de lo críptico, que asumió todos los riesgos para demostrarnos que el lenguaje es tal vez insuficiente, pero que la poesía valora otros elementos. Por eso va más allá del academicismo, del barroco y el neobarroco, el suyo es el registro de una vida que se entrega al mundo con la prudencia de un converso y la vitalidad de un desquiciado.
“Siglo de oro de la poesía latinoamericana”, fue una de sus más atrevidas empresas. Hernández Montecinos, celebró, el año pasado, en España, los aportes de Vallejo, Storni, Huidobro, Girondo, Mistral, como quien deja sentado que los aportes del veinte fueron nuestros. Por eso, ahora, será un honor compartir la celebración de los 101 años de la biblioteca pública de Barranco, el distrito donde, en la década del sesenta, Neruda visitó a los jóvenes poetas que se instalaron en la Bajada de los Baños. Por los primeros veinte, querido Héctor.
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