Prensa tóxica
Alguna vez la prensa peruana fue grande en espíritu y no en números. Alguna vez en las páginas de El Comercio, por ejemplo, escribieron personas con quienes se podía estar de acuerdo o no, pero cuya contribución al pensamiento nacional es innegable. Sus escritos quedaron para la posteridad y releerlos es descubrir su vigencia.
La mayoría de los actuales columnistas, ‘periodistas’, opinólogos y conductores de prensa, radio y televisión, son olvidables y descartables. Ciegos con la ilusión de un poder ajeno son incapaces de ver sus limitaciones intelectuales y culturales, y cuán tóxicos resultan para sus audiencias convertidas en víctimas de odios ajenos, frustraciones de otros, medias verdades y gigantescas mentiras.
El respeto depende de relaciones sanas entre las personas. Lo mismo vale para quienes ejercemos la labor periodística y nuestros lectores, radioescuchas o televidentes. Una sociedad crece pese a las diferencias cuando se buscan las coincidencias, esas a las que la prensa debe aferrarse tanto como a la verdad. Perú se desintegra rápidamente y la población acumula rabia, estas son las consecuencias de una prensa que remacha las diferencias y zahiere nuestras coincidencias.
La inmensa mayoría de peruanos concordamos en rechazar la presencia, en el poder, de simpatizantes de Sendero Luminoso y del MRTA, y de procesados por terrorismo. Pero ¡ay la prensa!, esa prensa megáfono de mentirosos que dicen: “es el rechazo de los limeños a los provincianos”, como si Lima no fuera provinciana, y el repudio no fuese exclusivamente para los enemigos de la patria. Sí, para esos criminales que asesinaron a miles de provincianos pobres; que violaron masivamente a mujeres, niñas y niños, provincianos; que esclavizaron a comunidades amazónicas; que dinamitaron el cuerpo de la lideresa del movimiento popular de mujeres, María Elena Moyano, y pusieron letreros diciendo “así mueren los maricones” sobre el cuerpo de los gays asesinados -todos provincianos- en enfermizas campañas de “limpieza social”. Si los jóvenes no saben todo esto, es porque el Perú es rehén de una prensa de mierda (con las disculpas del caso), con una buena cantidad de periodistas que se regocijan en su propio estiércol y empresarios mediáticos que no pueden escribir un tuit coherente y menos entrevistar a alguien, porque creen tener derecho a ser el muerto de todo entierro. Yo conozco muy bien a esos empresarios, los sufro como socios; los padeció también Luis García Miró, insuperable columnista de este diario que don Antonio Ramírez Pando dirige con tanto amor, decencia y convicción.
Mañana domingo 12 de septiembre se cumplen 29 años de la captura del genocida senderista Abimael Guzmán. En esta fecha el ingeniero Alberto Fujimori, quien era presidente en ese momento, merecería ser indultado. No ocurrirá, más bien correrá el odio de los periodistas tóxicos y veremos qué prensa les da espacio. ¿Y los empresarios mediáticos? Bien gracias, de juerguita en Miami, el París de los monolingües.
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