Protección y no obeliscos
A Vizcarra y a la doctora Mazzetti, ministra de Salud, les sobra el tiempo, por eso en medio de la pandemia fueron al “homenaje” del Colegio Médico a los mártires caídos en la lucha contra el Covid-19. La cúpula médica infló el pecho por la presencia de ambas autoridades. El de turno aplaudió el obelisco en honor de los héroes y heroínas de bata blanca, y la neuróloga estuvo allí aparentemente para hacer lo que es su encargo: excusar la incompetencia del vizcarrato.
El personal de salud contagiado y muerto tratando de salvarnos no necesita aplausos, flores ni símbolos fálicos en un parque miraflorino. Honrar su memoria y valentía pasa porque Vizcarra y Mazzetti se comprometan a brindar equipos de protección a quienes siguen en la línea de fuego batallando contra el Covid-19. Los que ya partieron, descansarán en paz solo cuando el que nos mal gobierna otorgue una pensión digna a sus familias y garantice becas para los estudios y profesionalización de sus hijos. Solo eso dará tranquilidad, algo de consuelo y seguridad a sus deudos.
Situaciones extremas como la pandemia pueden sacar lo mejor o lo peor de cada quien. Cuenta la historia que durante la peste negra, en 1350 los tártaros sitiaron Caffa (hoy Feodoisa, península de Crimea, Ucrania), por entonces importante puerto comercial controlado por Génova. Muchos de los tártaros estaban infectados por la peste y la habían llevado cabalgando desde Catay (hoy parte de China) y a través de Mongolia hasta Crimea. El jefe, Djanibek Khan (quien había asesinado a sus dos hermanos para hacerse del poder) tuvo la perversa idea de catapultar a los cadáveres infectados sobre las murallas de la ciudad para matar, así, a los genoveses. Más o menos eso les hace nuestro gobierno inútil a los médicos cuando nos les abastece con equipos de protección de última generación ni personal de apoyo capacitado, simplemente les lanzan el virus encima. Y luego cuando nuestros mártires de blanco mueren, construyen un obelisco, discursean y gastan en flores como si eso fuera a devolverles la vida. ¿Qué tal si llaman a expertos de alguno de los países que han logrado controlar la pandemia para que nos den una mano, equipos y apoyo especializado?
Ciertamente por estos días solo reconforta la solidaridad de la gente de a pie, de las empresas privadas y de las iglesias. El ex ministro Jorge Nieto Montesinos tuiteó doliente “[…] ejerzamos nuestra vieja receta: solidaridad y rebeldía. En memoria de nuestros caídos […]” ¿Será que llegó la hora de que el bien tome el poder?