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¿Protesta o revolución?

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Fecha Publicación: 13/01/2023 - 23:50
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Las manifestaciones han alcanzado características de revolución. Si quiere calmarse un poco las aguas, las elecciones generales deben darse este año, lo antes posible. Esto porque no hay forma de que Dina Boluarte se sostenga en el poder mucho más y su caída generaría la sensación de triunfo en la muchedumbre que pide su cabeza. El Congreso no tiene tiempo, tampoco, para reformas políticas.

Según el ruso David Estulin él está a cargo de las movilizaciones para la liberación de Castillo, pero lo que arrancó como simples protestas han sido infiltradas por terroristas de Sendero Luminoso, respaldadas por el pedófilo Evo Morales y los ponchos rojos del Movimiento al Socialismo (MAS) y por el narco-castro-chavismo vía los países que ha capturado: Bolivia, Colombia, Chile, Venezuela y México, entre otros. La impericia del gobierno de Boluarte facilitó que de las manifestaciones se avance a este intento de revolución. Esto no es una “crisis política” ni un “conflicto social”, como ingenuamente se sostiene.

Las revoluciones son una manera distinta de movimiento social usada por sectores sociales marginados y subalternos para destruir el orden vigente por injusto. Ya se observan las características únicas de la revolución comparada a cualquier otro tipo de manifestación o protesta colectiva.

A lo largo de la historia, las revoluciones se gestaron cuando, como hoy, el grupo dominante (gobierno) está debilitado y no sabe usar su poder. Otro signo es la masiva participación de una población que repudia el orden establecido, la politización y radicalización de los manifestantes; la toma de puntos estratégicos de los centros de poder (para el caso Lima) y la violencia. No existe revolución sin violencia armada ejercida por quienes van contra el orden como por quienes deben defenderlo. Ya parece inevitable que haya más muertes y derramamiento de sangre.

Los manifestantes buscan el cambio político, social y económico, esto es la renuncia de Dina Boluarte, el cierre del Congreso y una Asamblea Constituyente, y con ello la abolición del sistema de libre mercado que, si bien ha sacado a millones de peruanos de la pobreza, ha propiciado la concentración de la riqueza en manos de los menos.

Una mirada romántica diría que tratan de romper con un sistema indigno para terminar con las injusticias sociales; cosa que en la práctica jamás ha ocurrido ni ocurrirá. Como sostiene el periodista alemán Gero von Randow “[…]Las revoluciones son gloriosas, son horribles, son grandes tanto para lo bueno como para lo malo”.

Hay una parte de peruanos que grita basta, y ese es un grito revolucionario. Campesinos, jóvenes, estudiantes, activistas bien intencionados quieren un cambio real, pero su protesta ha sido infiltrada por delincuentes, anarquistas y revolucionarios profesionales que dan nuevos pretextos para incendiar la pradera.

El tiempo juega en contra. Detener la voluntad es complejo, pero más imposible será si Boluarte y el Congreso permanecen hasta 2024. Eso sí, lo que venga será peor. Siempre es así.

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