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Prudencia parlamentaria

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Fecha Publicación: 26/03/2020 - 21:40
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Cierto es que el actual Congreso recién instalado y para completar el período del que fuera elegido en el año 2016 y disuelto el pasado 30 de setiembre, no por tener menor tiempo de vigencia, tiene facultades disminuidas. Pues no, tiene todas las facultades y atribuciones que le confiere la Constitución y el Reglamento Interno del Congreso.

Usualmente al Congreso se le exige que cumpla a cabalidad sus obligaciones, que legisle, fiscalice al aparato público y que represente a la ciudadanía, nada de lo cual podrá declinar el nuevo Congreso aunque sí debería fijarse algunos límites.

En efecto, al no estar en funciones el período regular de cinco años, sino solamente año y cuatro meses, tendrá en lo legislativo que ser menos ambicioso y restringirse a lo indispensable, para no hacer las cosas a la carrera, lo que lleva al error.

Por otro lado, gran parte de sus tareas las tendrá que realizar el actual Congreso, en tiempo en que simultáneamente los partidos y los ciudadanos estarán ocupados en la campaña para las elecciones que estarían normalmente programadas para abril del 2021. Las agrupaciones políticas, a las que pertenecen los actuales congresistas, estarán abocadas en la campaña previa a la elección de un nuevo Presidente de la República, en simultáneo con novísimo Parlamento. Esto usualmente lleva a los parlamentarios en funciones, a presentar proyectos de ley populistas e irresponsables para granjearse la simpatía de las mayorías, que no siempre actúan reflexivamente sino llevadas por emociones.

Adicionalmente, las tareas del actual Congreso se ejecutarán en tiempo en que probablemente los ánimos ciudadanos estarán alterados, ya que los compatriotas tendrán que afrontar la crisis post emergencia sanitaria por el coronavirus, con toda la secuela recesiva que se venga en el mundo y en que no hay modo que el Perú sea excepción a la regla.

Todo lo señalado nos tiene que llevar a exigirle al actual Congreso, prudencia en su actuación, ser muy racional en la normatividad legal que apruebe, que expulse de su mente y acción toda intención populachera y que se limite a aprobar las leyes que se requerirán para retornar a la senda de recuperación y crecimiento del país, luego de superada la emergencia sanitaria que soportamos.

Es verdad que el Congreso puede hacer modificaciones constitucionales, pero lo recomendable para un Parlamento de mecha corta temporal es que en esto también sea muy prudente y que, en lo posible, se inhiba de hacerlo.

Sí tendrá que concluir las tareas que dejó a medias el Congreso disuelto y preferentemente realizar la reforma electoral esperada, sobre la base del proyecto de Código Electoral propuesto por el Jurado Nacional de Elecciones, que sí conoce el tema.

Y, para terminar, no se les ocurra tornarse en Papá Noel con los recursos estatales que se originan en nuestros impuestos, y dejar también de lado convertirse con nuestro dinero en los empleadores de quienes carecen de trabajo. ¡Prudencia, señores!