¿Quién gana con la vacancia?
La semana pasada enfoqué mi análisis advirtiendo los perjuicios de la cotidiana “guerra santa” mediática contra los “verdaderos corruptos”, protagonizada por los más conspicuos líderes de nuestra clase política y promovida por los interesados en destruir el poco, pero valioso, avance de las investigaciones fiscales en torno al escándalo brasileño, nuestro Lava Jato peruano (el Club de la Construcción) y la mafia corrupta enquistada en el gobierno central, gobiernos regionales y locales, cuyas redes infames llegan al Congreso de la República, ofertando tasas de 5 % como retribución por su “esfuerzo” en “garantizar” la obra en el Presupuesto público.
Tal como señalé, es claro que la estrategia apunta a agitar el avispero de la anémica gobernabilidad existente, generar caos y desgobierno, agitar peligrosamente el hígado social, empoderar a ídolos de barro regionales, incendiar la pradera urbana y rural, y así llevarnos a trompicones a nuevas elecciones, con el argumento cansino de que TODO ESTÁ CORRUPTO.
Pues bien, esa IRRESPONSABILIDAD es la razón del porqué hoy el Perú está como está en pleno siglo XXI. Nuestra historia está llena de hechos que narran las mismas estrategias incendiarias de grupos de interés que, en su momento, avasallaron instituciones con el argumento de que TODO ESTABA CORRUPTO, y urgía un BORRÓN Y CUENTA NUEVA, para luego, finalmente, seguir detentando el poder “en nombre del pueblo”.
Nada hemos aprendido a lo largo de más de doscientos años de intentos de ser una nación integrada, pese a notables esfuerzos aislados de continuar alimentando periódicamente ese sueño prosado de Jorge Basadre, quien murió soñando un Perú posible y auténtico. Por el contrario, nuestra cada vez más procaz clase política insiste en seguir actuando con anteojeras, mirándose al ombligo y embarrando a quien se atreva a cuestionar su accionar.
En los siguientes días y semanas esta “guerra santa” de diatribas e insultos arreciará en directa relación con las delaciones de los implicados en las investigaciones fiscales, que permitirá ir comprobando las percepciones de la mayoría ciudadana en torno a la conducta inmoral de la mayoría de sus líderes políticos, que por años le robaron no solo dinero sino el sueño de convertirnos en un país moderno, con un crecimiento económico sano y prolijo de oportunidades para los trabajadores y sus familias.
Así, la palabra vacancia presidencial volverá a ser la consigna de quienes siguen viendo el país como su chacra y continuarán alentando la desobediencia civil, con la finalidad de seguir arrasando la debilitada institucionalidad que aún soporta esta casa de barro llamada Perú. ¿Y los consensos por la gobernabilidad? ¿Y las reformas políticas? ¡Simplemente, al tacho!