Recordando mis propuestas
Hace un tiempo escribí, sobre la necesidad de recomponer el sistema de representación parlamentaria para Lima, sobre la base del número de distritos que tiene la capital. Es decir, un o dos representantes por distrito, dependiendo de la densidad poblacional, con el propósito de que cada distrito tenga por lo menos un parlamentario. Esta propuesta permitiría que el poblador del distrito sepa dónde vive su representante, para poder ser ubicado rápidamente y que exista una coordinación muy estrecha entre el alcalde, congresista y poblador. Propuse, además en otra publicación, que el Congreso debe modificar su estructura de funcionamiento, con el fin de que la comisiones ordinarias o dictaminadoras se dediquen exclusivamente, a estudiar las propuestas legislativas, y crear una comisión ordinaria de representación. La realidad es que hoy, las comisiones ordinarias no tienen espacio, para cumplir con su labor de representación, porque todo el tiempo se les agota en discutir temas legislativos y también políticos. Una comisión permanente de representación, permitiría canalizar las demandas sociales, y realizar un eficaz control al Gobierno, sobre el destino de las demandas sociales que el Congreso deriva al Poder Ejecutivo para que se atiendan. Esta propuesta, la manifesté a diversos presidentes del Congreso y congresistas en forma individual, pero no tuve el eco que esperaba. También, en otra publicación sugerí que el Parlamento tenga un vocero abocado a dar a conocer a la opinión pública, aspectos técnicos sobre la labor del Congreso y temas administrativos, que el parlamentario en general, no tiene la obligación de saber, y que, al ser interrogados por la prensa, responden por salir del paso, o porque tienen intereses políticos desvirtuando la realidad. ¿Nos quejamos que los parlamentarios nuevos tardan mucho en conocer el funcionamiento del Congreso? Por esa razón, propuse por escrito en un artículo y en forma oral dentro del Parlamento, la creación del Centro de Estudios Parlamentarios, para dictar cursos, diplomados y maestrías, con el fin de capacitar a los aspirantes a congresistas y a quienes deseen trabajar en el Parlamento; para esta propuesta, si hubo interés al interior del Parlamento, pero lamentablemente no pudo ser ejecutada. Como vemos, existen propuestas para las reformas, no soy el único que tiene ideas para mejorar el Parlamento; sin embargo, estas ideas no prosperarán si no existe una sana convicción de los protagonistas, que anteponen sus intereses políticos a los institucionales.
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