Reformas a dos niveles
Tuve una grata entrevista en RPP el último viernes, para hablar sobre las características que deben tener los nuevos congresistas y también esbocé algunas ideas para mejorar el funcionamiento del Congreso. Básicamente dije que la situación actual había creado un espacio interesante para que este nuevo Congreso deje para el que viene, reformas estructurales en su reglamento, que permita eficacia para que las funciones del Parlamento se lleven con celeridad y eficiencia. Los parlamentos en el mundo no son amados, pero si realizan su función con sentido común, podrían por lo menos hacerse querer por el electorado y no ser odiados.
Las reformas que se precisan están ligadas sobre todo a desarrollar un sistema que permita canalizar las demandas sociales; la función de representación en un mundo donde la información fluye como el aire, necesita de mecanismos que permitan que el ciudadano esté conectado con su representante. No es broma decir que el congresista es un empleado del ciudadano, tanto como lo es cualquier empleado o funcionario público de nuestro país.
Ojo, que las reformas no sólo estarán ligadas al funcionamiento de los órganos políticos, sino que también alcanzan al aparato burocrático que le da soporte al trabajo congresal. Con esto me refiero al Servicio Parlamentario, que en la actualidad está constituido por más de mil personas, casi todas ya con una larga experiencia porque el promedio de edad está muy cerca a los cincuenta años. La mayoría de ellos no ingresaron por concurso público- me incluyo por que yo tampoco lo hice en 1980- y hoy sería imposible hacerlos concursar, pero lo que sí es posible en el nuevo congreso, si este no lo puede hacer, es aplicar una política de incentivos para generar un espacio y que este se cubra por nuevos empleados producto de un concurso público, tal y como se hizo en los noventa, para cubrir algunas plazas.
Este nuevo Congreso que tendrá una corta duración, tendrá personas nuevas con muy pocos conocimientos sobre el funcionamiento del legislativo. Hay personal experto que los asistirá, pero ya es tiempo de pensar en las nuevas generaciones de la burocracia congresal. La experiencia se premia, no se castiga, y muchas veces los empleados estables del Congreso pagan los platos rotos ante la sociedad, por el mal comportamiento de algunos parlamentarios.
Las reformas estructurales son de dos niveles; aquella dirigida al funcionamiento de los órganos políticos y también para el Servicio Parlamentario.