Renovación en el APRA y lucha contra la corrupción/traición

La renovación en el Apra, además de los temas que he mencionado en este mismo diario sobre la agenda social, debe abordar una reflexión y planteamiento sobre la corrupción, la cual es un mal endémico que ha azotado al país a lo largo de su historia. El huracán Lava Jato y otros casos recientes han empeorado la percepción del pueblo sobre el mundo oficial/formal.

Recordemos que la corrupción es responsable de la pérdida de miles de millones al año al tesoro público afectando así directamente al tejido social que no ve la realización de obras a su favor con ese dinero perdido. Debemos abrir un debate sobre la naturaleza y el rol actual de la Contraloría pues claramente no ha ayudado lo suficiente. También sobre la forma y proceso de realización de proyectos de infraestructura, que es donde usualmente anida la gran traición que significa la corrupción.

Vivimos en un tiempo de degradación de los valores de la sociedad tanto política, gremial, empresarial, ciudadana, etc. Existe una decadencia estructural de las instituciones públicas y privadas. No debemos olvidar que además de funcionarios públicos y los brasileños en el caso de Lava Jato están involucradas consorciadas peruanas a las que poco o nada les ha pasado. Denunciar este tipo de impunidad es importante y vigente.

En el fallido freno de este flagelo se nota claramente la incapacidad e ineficacia gubernamental y parlamentaria. Esto en alguna medida tiene su origen en cierta descomposición moral de las castas políticas en los partidos, algunos de los cuales necesitan francos cambios y re oxigenación. En el caso del Apra una urgente renovación estructural en la que estamos trabajando. Hay un claro hartazgo del pueblo sobre estas castas políticas -en buena medida por sus errores e indolencia de los últimos años como la conducción de Fuerza Popular, por ejemplo- y ello entraña un grave peligro populista de que aparezca un vengador y se lleve por delante la democracia y le haga inmenso daño al país.

Debo manifestar que pienso que lo más repugnante de la política es la traición. La corrupción es traición a nuestros principios morales, así como el abuso y corrupción empresarial es traición a la patria y a la clase trabajadora, pero del mismo modo la inacción gubernamental es traición al pueblo. Pero también el transfuguismo parlamentario es una traición al elector. La autocracia en los partidos y en el gobierno es traición a la democracia. Vemos entonces desde una derivada emocional y práctica que la corrupción y la traición están íntimamente ligadas.

Desde el “Centro para la Democracia Social” -primer Think Tank democrático-social del país- impulsaremos un debate técnico-político en las próximas semanas sobre la lucha anticorrupción y las medidas urgentes a adoptar en este acápite. Tanto en el Estado, como al interior de los partidos.

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