¿Renuncia o cierre del Congreso?
Pedro Castillo ha logrado lo que parecía imposible: que César Hildebrandt y el fujimorismo coincidan. En la cuenta Twitter de su semanario ‘Hildebrandt en sus Trece’ escribió: “Señor presidente Pedro Castillo, una renuncia sería un gesto patriótico”; mientras por RPP la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, en esa misma línea dijo que Castillo había “confesado que no se siente competente para el cargo, y en una situación tan dramática el Perú necesita un buen líder, no un mal alumno”. Nada indica, sin embargo, que Castillo renunciará ni que la idea ronde su sombrero. No olvidemos, además, que hasta donde se sabe cuenta con el respaldo de las Fuerzas Armadas.
El hecho de que el Congreso no pueda vacar al Presidente demuestra la precariedad de la oposición. Este es un punto débil que la izquierda radical, por la que Castillo llegó a Palacio, podría aprovechar. No olvidemos, además, el apabullante 70% de rechazo que afecta al Legislativo.
El caballito de campaña del partido de gobierno fue el cambio de la actual Constitución de 1993, y con ello del sistema de economía social de mercado. Es de suponer que eso sigue en la agenda oficialista junto con el cierre del actual Congreso para convocar a la mentada Constituyente. De hecho, ayer por la mañana Vladimir Cerrón, secretario general de Perú Libre, tuiteó: “Con un gabinete de derecha el Congreso debió dejar de persistir por la vacancia y tras este último intento de mayor derechización también, pero no ocurre eso porque además existe una fuerte dosis racial imperdonable en sus promotores”. Cerrón juega la manoseada carta del racismo, como si el Congreso estuviera compuesto por gringos ultras. O sea, como que unos inexistentes supremacistas blancos quieren deshacerse del profesorcito rural, por sus rasgos andinos.
En su Mensaje a la Nación, de apenas cuatro minutos, el presidente Castillo anunció la recomposición del gabinete y culpó al Congreso por la actual situación de crisis. Como si el Congreso hubiese nombrado al cuestionado Héctor Valer, ya defenestrado. Criticó además que los congresistas no hayan aprobado ya un paquete de leyes, a su entender, urgentes.
En su columna de ayer, Luis García Miró recordó que el fugaz premier es promotor de la Constituyente. Valer, además, “alertó que actuaría como ‘bala de plata’ que sería usada por Castillo para cerrar el Congreso, bajo el artificio de la denegatoria de confianza a dos sucesivos gabinetes ministeriales (y que) embistió, sin el menor escrúpulo, al Parlamento Nacional con un fin abiertamente golpista: clausurar el primer poder del Estado y convertirnos en otra miserable nación marxista latinoamericana”.
El Congreso debería darle el voto de confianza al recompuesto gabinete, y paralelamente trabajar la vacancia de Castillo, siguiendo prolijamente lo que la Constitución dicta. Acá el que pestañea pierde.
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