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Renuncie, Dina

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Fecha Publicación: 09/12/2022 - 23:50
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Dina Boluarte debe renunciar al encargo de la presidencia por el bien del país. Su juramentación ahonda la crisis desatada por el inexplicable autogolpe que Pedro Castillo ensayó el miércoles. Si bien las instituciones democráticas contuvieron la instauración de una dictadura, no cuentan con herramientas para encauzar las movilizaciones espontáneas a lo largo del país. Al Estado solo le queda el uso de la fuerza y la represión para defenderse de sus propios hijos. Si corren ríos de sangre será responsabilidad de Boluarte y de los partidos que atiendan al llamado de esta mujer, que postuló, pese a estar impedida por trabajar en Reniec.

Antauro Humala reapareció para arengar a manifestantes arequipeños. En otros puntos del país, conocidos operadores comunistas aprovechan el desconcierto de muchos para dirigirlos hacia y contra Lima. Esas masas consideran a Boluarte una traidora: no la eligieron a ella sino a Castillo, esperando un cambio, como quien anhela que el relato mítico de Inkarri se haga realidad. Ese mito augura que la cabeza de Inkarri, separada en la conquista y enterrada en Cusco, sigue viva y crece cuerpo bajo la tierra hasta dar forma al nuevo Inca que restaurará el Tahuantinsuyo.

Este mito ha sido perversamente aprovechado por Edwar “Hussain” Quiroga Vargas, un adoctrinado en Irán, que fue detenido en agosto pasado, en Tinta, Cusco, con 19,096 cartuchos de dinamita en su camioneta y liberado por tecnicismos. Quiroga creó ‘Inkarri Islam’, una organización de supuesta defensa de los pueblos originarios andinos, ubicada en Apurímac, tierra natal de Dina Boluarte. Es un converso musulmán chiita, seguidor del etnocacerismo y del bolivarianismo. Fue relacionado con Muhamad Ghaleb Hamdar, del grupo terrorista libanés Hezbolá. En 2017 el ‘Center for a Secure Free Society’ señaló a Quiroga como parte de una red de inteligencia militar iraní. Según Cuarto Poder, este individuo, apoyó la candidatura de Pedro Castillo que incluía a Boluarte como vicepresidenta (vinculada al Conare, Movadef y a otros grupos de izquierda radical).

Desde los más recónditos rincones del Perú avanzan hacia Lima compatriotas: para buscar el cierre del Congreso, la liberación de Castillo, nuevas elecciones, entre otras demandas. La Panamericana Sur está ya bloqueada por tramos. Algunos vienen con la ilusión de ser escuchados, otros para dinamitar el Estado de Derecho. Ante los sucesos que advierten elementos de inteligencia, la señora Boluarte debe renunciar para que el presidente del Congreso tome la posta y convoque a elecciones generales anticipadas. Conceder una “tregua” a esta mujer, de por sí incapaz moral, es sucumbir al capricho (o quizá macabro plan) de una incompetente funcionaria y arriesgar innecesariamente al Perú.

Si Castillo fue la cabeza de una organización criminal enquistada en el poder, pues ella le acompañó y fue la ministra que sobrevivió al colapso de todos los gabinetes. Arengó contra la Constitución del 93; los limeños; la clase media y los 200 años de república “criolla”.

Quien no vea el peligro de su permanencia, busca “morir, matando” o matar a la democracia.

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