Repsol ecocida
El término ‘ecocidio’ se refiere a los crímenes perpetrados contra el planeta. En 2021 un panel de doce expertos lo definió jurídicamente y se espera incorporarlo como quinto crimen contra la paz en el Estatuto de Roma, de la Corte Penal Internacional.
El sábado pasado la empresa española Repsol generó una catástrofe ambiental sin precedentes en la costa peruana. El derrame de seis mil barriles de petróleo es un ecocidio por el que Repsol deberá responder económicamente y resolver en el menor tiempo posible, cosa poco probable.
Manuela Zurita, periodista de la revista Forbes, señala en una nota que, según fuentes consultadas: “El derrame de petróleo amenaza ecosistemas frágiles, la pesca artesanal, el turismo de playas, la salud pública e, incluso, la calificación de deuda del Perú”.
Repsol derramó los miles de barriles en el mar de Ventanilla durante una descarga para su refinería de La Pampilla; evadió su responsabilidad, mintió sobre la cantidad de crudo vertido y culpó al oleaje que afectó al litoral tras la erupción del volcán submarino cercano a Tonga. El domingo -al día siguiente de los hechos- la versión se desmoronó. Osinergmin realizó una inspección y concluyó que una fisura en el sistema de carga habría causado la tragedia. Todo esto, sumado a la ausencia de un plan de contingencia convirtió a Repsol, en cuestión de horas, en una simple amenaza socio-ambiental. Este es su segundo derrame desde 2013, por el que pagó una multa.
Los derrames petroleros son graves. Un solo barril puede generar una mancha de cien metros de diámetro y de un milímetro de espesor, en menos de una hora, impidiendo el paso de la luz solar y aniquilando la base de la riqueza marina y oxigenación: las microalgas verdes. Los peces, moluscos y crustáceos mueren asfixiados y los mamíferos marinos se intoxican y quedan sin alimento. El calvario de las aves ha sido visto por televisión. El petróleo rompe la estructura de sus plumas, reduciendo la capacidad de vuelo y de impermeabilización. Se deshidratan, no pueden alimentarse ni escapar.
Los seres humanos no somos inmunes al crudo. Un simple contacto puede generar irritaciones en la piel y los ojos, problemas neurológicos y respiratorios, entre otros.
Desde el martes angustiados pescadores de la zona afectada, que ya se extiende más allá de Ancón, protestan frente a La Pampilla. No serán los únicos afectados. La falta de pescado dejará sin alimento a cientos de familias y otras tantas podrían intoxicarse al ingerirlos contaminados. Los restaurantes de platos marinos no tendrán nada que ofrecer y los trabajadores temporales de verano (heladeros, barquilleros, artesanos, guías), tendrán una escasa clientela. Todo esto en la cuarta ola del covid.
El directorio de Repsol podría empezar por ¡renunciar!
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