Rol subsidiario del Estado

En estas épocas dificilísimas que nos ha tocado vivir, hay grupos políticos y personas que le endilgan al sistema económico que nos rige, todos los males existentes, además de los que pudieren venir y, por ello, pretenden cambios bruscos en el sistema. Otras personas y grupos pretenden hacer algunos cambios o ajustes. Se supone, por lo menos, que ambos sectores lo que quieren es que los beneficios del desarrollo alcancen a todos y que todos lleguen a la satisfacción de sus necesidades, al bienestar y a la elevación de sus niveles de vida, lo que es absolutamente razonable.
Sin embargo, es la economía de mercado la que ha logrado que más familias se beneficien del sistema ya que ha dado trabajo y oportunidades gracias a la inversión principalmente privada, y si se trata de economía social de mercado, tanto mejor ya que le agrega contenido humano, social y solidario al simple mercado.
Por lo últimamente señalado, nuestra patria acoge como sistema económico a la economía social de mercado, en que según determina la Constitución, “el Estado orienta el desarrollo del país, y actúa principalmente en las áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura”. Pero además reconoce que “la iniciativa privada es libre”.
Uno de los principios básicos de la economía social de mercado es la subsidiaridad, sobre el cual Juan Pablo II en su Encíclica Centesimus Annus nos enseña que en “una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándola de su competencia, sino que más bien debe sostenerla en caso de necesidad y ayudarla a coordinar su acción con la de los demás componentes sociales, con miras al bien común”.
El principio de subsidiaridad también es propugnado por nuestra Constitución, quien en relación con la actividad empresarial del Estado determina que solo subsidiariamente y normado por ley expresa, la podrá realizar.
Simplificando al máximo sobre lo que se puede decir del principio de subsidiaridad, es que los entes del Estado no deben sustituir a lo que puede realizar y efectúa la actividad privada, y que mientras existan grupos de menor significación, los de mayor tamaño no deberían entrometerse, esto es dejar actuar a los entes inferiores en lo que es de su competencia, pero supliéndolos temporalmente cuando no lo puedan o no lo quieran hacer.
Mario Polar Ugarteche, al explicar la economía social de mercado, en su característica de subsidiaridad, la compendiaba en la frase: “Tanta actividad privada como sea posible y tanto Estado como sea necesario”. Esta frase la ha traído recientemente al recuerdo Rafael Rey. Más duro Rafael Valencia-Dongo manifestó que “El Estado no debe competir con el capital privado. Este puede intervenir en todos los campos, no así el Estado que ha demostrado… que es un pésimo administrador de la economía y de la empresa”.
Tenemos que tener mucho cuidado y no ser seducidos por socialismos económicos que sólo siembran caos y más pobreza.

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