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Rosa Mercedes vive

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Desentenderse de la política
Fecha Publicación: 17/11/2022 - 23:50
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Todos sabemos que con el título de esta columna me estoy refiriendo a la gran compositora, arreglista, pianista y recopiladora del folclor costeño, doña Rosa Mercedes Ayarza de Morales, quien vivió con su esposo Benjamín, entre 1942 y 1969, en su casa de la calle Mariquitas 376, parte del Jirón Moquegua, en el centro de Lima.

Ese recuerdo está motivado en que recientemente la Municipalidad Metropolitana de Lima ha entregado a la colectividad, la casa antes mencionada, denominándola “La casa de la cultura criolla”, la que estará destinada a centro cultural y a la difusión de las tradiciones costeñas, en especial limeñas, en que se prodigó esa gran artista peruana.

El cariño y la dedicación a nuestra cultura artística, tanto de danza como de música, es de familia, pues el hermano de Rosa Mercedes fue Alejandro Ayarza, el gran Karamanduka, siendo sus hijos Graciela, Rafael y Clemencia Morales Ayarza, grandes impulsores y difusores de su extensísima obra, que con tanta dedicación y esmero siguen sus nietos los Cedrón Morales y los Morales Blondet, que acreditan la certeza del aforismo “de casta le viene al galgo”.

El primer concierto de doña Rosa Mercedes lo dio a los 8 años y a temprana edad llevó al pentagrama la marinera “Concheperla”. También fundó la escuela lírica de canto, habiendo sido sus alumnos nada menos que Luis Alva, Teresa Bolívar, Alejandro Granda, Lucrecia Sarria, Edmundo Pizarro y Teresa Guedes, entre muchos otros.

Su hogar, podríamos decir que fue siempre casa abierta para quienes disfrutaban de nuestro folclor y, principalmente, los viernes y sábado en la noche concurrían artistas y amigos, quienes se deleitaban con las composiciones de esa gran cultora de nuestro arte popular, en donde se danzaban los valses criollos al igual que las marineras e incluso, se podría disfrutar de la escenificación y canto de los “pregones limeños”, como “la picaronera”, ”el frutero”, “la tamalera”, “la chichera” y muchísimos más.

Se trataba de tertulias culturales, que con el tiempo el gran Ariel Ramírez bautizó como “el choclón”, al que incluso asistían, después de las funciones, los integrantes de la “Compañía de Faustino García” que todos los años venía al Perú para el gozo de los admiradores de la zarzuela y la opereta.

Entre los artistas que llegaban de España estaba Pepita Embil, quien llevaba a su menor hijo Plácido Domingo, cuya voz también ayudó a formar doña Rosa Mercedes.

La Comuna de Lima ha tenido el acierto de restaurar íntegramente la casona de doña Rosa Mercedes en el centro capitalino, un gran esfuerzo para prácticamente reconstruirla como fue en su época de recibimiento a los integrantes del “Choclón”, en que se han puesto los cuadros originarios de la época, partituras de doña Rosa Mercedes, fotografías familiares de antaño y desde donde se pretende divulgar nuestra música y rico folclor, al igual que escenificar los famosos pregones, estando abierta la casa, como hemos dicho, para eventos culturales apropiados.

Como vemos, doña Rosa Mercedes vive.

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