Rusia, Ucrania y la vigencia del imperialismo
Algunos analistas y teóricos en los últimos años hablaban ya de la no vigencia del concepto “imperialismo”, se afirmaba que vivíamos en un mundo multipolar y que la globalización más bien generalizaba relaciones de interdependencia entre la mayoría de países del mundo y las potencias mejor posicionadas, siendo más una competencia tecnológica y económica, en búsqueda de mercados, lo único que primaba y descartaba así el ingrediente militar o la agresividad en las relaciones internacionales.
Esto nunca fue así a decir verdad y en la misma dinámica económica podía avistarse una suerte de segunda guerra fría en proceso, con una China bastante activa y frenética impulsando su “nueva ruta de la seda” en Latam y en África promoviendo la construcción de infraestructura y el crédito; en algunos puntos incluso súper concentrando el mercado energético o depredando sus mares. Post pandemia la nación que se recuperó más rápidamente fue precisamente China.
Trump tuvo una prédica de competencia abierta con China, pero Biden desde el inicio de su administración tensó las cosas con Rusia de modo bastante persistente como quién busca entusiastamente el conflicto.
Al inicio de los juegos olímpicos de invierno en Pekín, tanto China como Rusia firman una declaración conjunta bastante alarmante al señalar en líneas generales que los derechos humanos y la democracia no tiene por qué ser lo que Occidente interpreta y se tiene que tener en cuenta la tradición e historia de cada pueblo. Es sin duda un anuncio al mundo que su alianza estaba orientada a establecer un nuevo equilibrio internacional y restar relevancia a Occidente en general, pero a los Estados Unidos en particular.
Es cierto que la OTAN ha avanzado hacia el este desde el fin de la guerra fría llevando a Rusia a una posición incómoda y casi arrinconada, pero el contexto antes descrito complementa a la perfección el desenlace que hoy vivimos: una Rusia intentando por la fuerza y de manera abusiva e imperial quebrar la voluntad del Gobierno ucraniano -y al parecer de la mayoría de su pueblo- de pertenecer a la Unión Europea y a la OTAN, una decisión un tanto discutible desde lo sensato y racional, pero finalmente una decisión soberana. Antes recordemos la anexión de Crimea.
Si sumamos a todo este panorama la amenaza permanente de la anexión de Taiwán por parte de China -antes recordemos lo de Hong Kong- tenemos claramente la vuelta -en los hechos- de actitudes imperialistas de dos potencias importantes y que además estarán en la acera del frente a Europa y a USA en esta suerte de nueva guerra fría, ya sin transfondo ideológico sino puramente de poder e influencia.
La miopía y beligerancia de Putin impide -sumada a una cuota de falta de manejo de Europa- ver que la alianza de Europa con Rusia hubiera sido lo mejor para ambos bloques. Hoy eso ya parece lejano, como lo es el gasoducto trunco que los alemanes acaban de cancelar.
Lo que dijo Haya de la Torre hace casi 100 años acerca del imperialismo y de que la lucha es de pueblos y no de clases hoy es pues más vigente que nunca. Lástima que en Palacio de Gobierno peruano habite alguien tan poco capacitado para establecer una ruta internacional inteligente y realista de nuestra patria.
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