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Salud mental

Fecha Publicación: 21/04/2019 - 21:30
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Nuestro Perú aún no logra salir de la pobreza y todavía cuenta con mucha gente analfabeta, sobre todo en el interior del país; la delincuencia y la desnutrición siguen matando a la gente y a las esperanzas; la mayoría de la población es joven y viene desarrollándose en este entorno, lo que se traduce en violencia cotidiana, consumo de alcohol y drogas, conflictos sociales, mala salud, sensación de inseguridad y una serie de experiencias traumáticas. Las fuerzas del orden, que se supone garantizarían la paz social, tienen plena conciencia de que la situación viene empeorando día a día, lo que se hace evidente en los medios de información y comunicación.

A pesar del panorama adverso, los padres de familia creemos que nuestros hijos tendrán un mejor futuro; y, de hecho, el futuro está abierto a las nuevas generaciones; hemos avanzado un tanto en la cobertura de servicios de salud, infraestructura educativa y vial; pero nuestra población parece no salir de un estado de depresión generalizada, quizá porque la mayoría no cuenta con las herramientas para salir adelante y superar esta situación; es un grave error el importar soluciones de otras latitudes y que no necesariamente responden a nuestra realidad.

Muchas veces brota la violencia como manifestación de ese estado de depresión colectiva, sabemos que las personas traumatizadas pierden fácilmente el control de sí mismos, con claros síntomas de exacerbación desmedida, creyendo que las experiencias vividas van a repetirse en cualquier instante y no pueden controlarlo; para contrarrestar esa pérdida de control interno, tratan de controlar lo externo y lo primero que tienen a su alcance es su familia y así vemos como se origina la violencia doméstica o violencia familiar, con consecuencias lamentables en la mayoría de casos, pero con la explicación de que no querían hacer eso y que simplemente sucedió.

Se hace ineludible el lograr cortar ese círculo de violencia que ya se está transmitiendo a la siguiente generación; en la búsqueda de un sentido para el futuro podríamos comenzar con la piedra angular: la empatía, alguien debe conocer lo que te sucede, alguien tiene que sentir lo que tú sientes, alguien tiene que verte y escucharte, los demás tienen que saber que tu sufrimiento es real. Todos debemos ser capaces de decir lo que nos sucede y cómo nos sentimos y aprender de ello, así como comprometernos a lograr un mejor futuro para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, sin pensar en que ellos tienen que pasar por lo que pasamos nosotros, eso no.

Podemos hacer muchas cosas en el camino de un futuro promisorio para las nuevas generaciones, por ejemplo: orientación psicológica, para ello debemos capacitar a consejeros psicosociales; el gobierno debe priorizar la atención de los problemas de salud mental o los problemas emocionales, existe un déficit de profesionales y especialistas en el Perú (menos de mil psiquiatras para más de treinta millones de habitantes, por ejemplo); se debe reentrenar a todos los profesionales de la salud bajo el enfoque estratégico de la salud mental, sirviéndonos de experiencias similares en otros contextos y adaptándolas a nuestra realidad, empezando con el tratamiento de la depresión y la reducción del estrés psicosocial, el mismo que quizá no podríamos erradicar, pero sí aprender a sobrellevarlo.

Nuestra población necesita ser escuchada y recibir ayuda para superar sus problemas, encontrar soluciones, desarrollar sus recursos, buscar herramientas para resolver sus conflictos familiares y recobrar la confianza en el futuro. ¡Unámonos y consigamos la paz y la reconciliación!

Willy Ramírez Chávarry

Ph.D. in Business Administration, Doctor en Derecho

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