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¿Seguiremos asustándonos con los “cucos”?

Fecha Publicación: 07/07/2019 - 22:10
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Toda actividad humana genera un impacto en su entorno. Esta afirmación de Perogrullo sirve como viejo insumo para argumentos de todo tipo que buscan exaltar lo negativo para tumbarse cualquier proyecto vinculado a las “industrias extractivas”, como la minería. Sin embargo, lo que no dicen los seudo ambientalistas o falsos protectores de la Tierra, es que los impactos pueden estar encauzados también al fortalecimiento del equilibrio ecosistémico para el desarrollo de la humanidad.

En las últimas décadas, la minería ha incorporado a su planeamiento y desarrollo estratégico la visión de otros actores involucrados en su entorno, que le ha permitido convertirse en una de las actividades más sofisticadas que generan bienestar, reducen al mínimo los impactos negativos y, por el contrario, contribuyen a mejorar el ecosistema para beneficio de quienes lo habitan.

Esta realidad es la que hoy buscan desesperadamente eclipsar los vividores de las angustias del pueblo, quienes disfrazados de “ambientalistas” y articulando frases contaminantes a la racionalidad, afirman que un proyecto minero –que se ha esmerado e incorporar esa visión de su entorno para el desarrollo integral de su zona de influencia–, “definitivamente va a contaminar las fuentes de agua” y, con su discurrir, la tierra y la vida de quienes la habitan.

Las empresas mineras modernas –acotadas a un marco normativo que establece procedimientos, estándares mínimos de cuidado ambiental y de responsabilidad social, acciones de fiscalización y supervisión, así como obligaciones tributarias y  de diversa índole–, realizan sus operaciones buscando concertar con las comunidades alianzas estratégicas que resultan mutuamente beneficiosas, para lo cual generan planes de desarrollo local.

Hoy, cuando vemos pasivamente cómo la economía se enfría entumeciendo los esfuerzos por generar desarrollo y bienestar en la población, nos acordamos de los motores del crecimiento económico como la minería, que gracias a los vividores de las angustias de la población rural se vienen apagando para mantener el statu quo: un ecosistema de pobreza del cual medran hasta morir.

¿Quieren ejemplos de minería moderna? Existen varias empresas en el Perú que han desarrollado de manera exitosa sus planes estratégicos logrando la licencia social. Tal es el caso, por ejemplo, de Bear Creek en el proyecto Corani, Puno, que, de la mano con las comunidades, aprovecha al máximo las ventajas competitivas de los recursos naturales (alpacas, ichu, hierbas medicinales, frutos, etc.) generando una actividad económica sostenible cuyos productos tienen demanda internacional. Allí está las famosas “ropas saludables/inteligentes” que ya están exportando.

¿Nos seguiremos asustando con el cuento del “cuco” antiminero? ¿Continuaremos preservando la pobreza rural porque es parte del “ambiente” o del “ecosistema”?

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