¿Seré excomulgado?
Uno de los grandes problemas que tiene el Congreso es la gran cantidad de proyectos de ley presentados. Los congresistas presentan proyectos de ley con el propósito de cumplir con sus ofertas electorales y eso está bien, pero lo que está mal son las promesas que hacen a su electorado sabiendo que al ser presentadas en el Congreso éstas no serán aprobadas.
El problema es que cuando los analistas y periodistas hacen el balance entre los proyectos presentados y los proyectos aprobados el resultado es siempre deficitario y la imagen del Congreso será negativa en cuanto a su “productividad legislativa”.
La semana pasada un diario local hizo un interesante análisis del costo-beneficio de los proyectos de ley demostrando que un gran porcentaje adolecía de ese componente; en resumen, puedo decir que los proyectos de ley no son buenos proyectos de ley.
Las razones para ello son diversas, pero creo que la más importante radica en que la mayoría de los congresistas y asesores no saben qué significa el análisis del costo-beneficio de los proyectos de ley y me pregunto: ¿habrá alguna forma de solucionar esa realidad?
La pregunta tiene dos respuestas probables; la primera sería que los congresistas y asesores aprendan a realizar un análisis costo-beneficio, pero ello lo considero poco realista por razones de tiempo y también porque, hasta donde conozco, existen pocos especialistas en el tema ya que la gran mayoría cree que el análisis costo-beneficio debe ser bajo un criterio económico, cuando en mi opinión deberían ser sobre un criterio social respondiendo la siguiente pregunta: ¿cuánto gana o pierde la sociedad al no aprobarse el proyecto de ley presentado?.
La segunda probable respuesta a la pregunta, que podría hacer que alguien piense que debo ser “excomulgado” como analista parlamentario, es que los proyectos de ley se llamen anteproyecto de ley y que se llamen proyectos cuando tengan dictamen de la comisión.
Esta propuesta tendría dos efectos; la primera es que cuando se comparen los proyectos de ley presentados o dictaminados y los aprobados por el pleno el “índice de productividad” suba generando una mejor imagen del Congreso.
Me olvidaba, mi propuesta también contempla que los anteproyectos de ley se presenten directamente a la comisión, con lo que se aceleraría el trámite de las iniciativas legislativas y se evitaría el riesgo político de la vicepresidencia encargada de asignar el estudio de las iniciativas en las comisiones.
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