Sobreviviendo al Covid-19
El pasado 6 de marzo, el presidente de la República informaba a la nación el primer caso de infección por coronavirus Covid-19, se trataba de un joven que había retornado de un periplo por Europa. Nuestro país, realmente, no tiene el mejor servicio de salud pública, los hospitales -del gobierno (central y regional), del seguro social y de la sanidad de las fuerzas armadas y policía- desbordan en su atención a los cientos de miles de personas, la estadística es terrible: 16 camas hospitalarias por cada 10,000 habitantes, los suministros que reciben los hospitales y centros de atención se agotan velozmente sin posibilidad de atender a todos los que requieren atención; ya se han presentado casos de personas fallecidas, de diferentes franjas etarias, la bomba biológica explotó en el Perú, y con ella el pánico generalizado en la población.
El conocimiento de los médicos acerca de esta nueva pandemia es limitado, por su reciente aparición, no existen protocolos definitivos acerca de la atención de portadores, contagiados, hospitalizados y cadáveres, muchas personas y profesionales de la salud se han convertido en contactos de alto riesgo; nuestro sistema de salud es frágil, los trabajadores de salud carecen de habilidades y capacitación acerca de la nueva enfermedad y serán víctimas de ella. El gobierno ha dispuesto la cuarentena general y la inmovilización social obligatoria (toque de queda), lo que se busca es que la curva de crecimiento del número de víctimas llegue a su meseta o baje al valle; atónitos recibimos las noticias de cientos o miles de personas que vienen muriendo en otros lugares del mundo, recibimos consejos -por todos los medios- de cómo lavarnos, cómo desinfectar nuestras cosas, ya tenemos temor de tocar al prójimo, pues cada persona representa un potencial contagio; si eso nos pasa a quienes no estamos contagiados, imaginémonos cómo será la situación para una persona contagiada con el virus.
Estamos seguros que venceremos -temprano o tarde- al Covid-19, va a incrementarse el número de personas fallecidas, incluidos profesionales y trabajadores de la salud, y finalmente el gobierno declarará que el brote de este coronavirus ha terminado, se pensará que el problema ha acabado, se esperará que la vida retorne a la normalidad, sobrevivirán las personas infectadas y se contará la tasa de supervivencia como un éxito, se pondrá fin al sufrimiento para el paciente y la familia quedará satisfecha, serán momentos de júbilo; sin embargo, en medio de tanta felicidad y emoción, se tendrá recelo de acercarse a quien ha tenido el virus. Se espera, y lo digo con sinceridad, que la sociedad no le dé la espalda a quienes han estado contagiados con este mal, que se supere el temor al contagio, que no sean estigmatizados, que las consecuencias no sean mayores y que continúen recibiendo atención oportuna; los sobrevivientes de esta pandemia deben merecer la atención y el apoyo, solo así ganaremos la batalla final, nuestra sociedad solo será considerada sanada cuando el sobreviviente pueda hacer su vida con normalidad, mientras tanto el trabajo no estará terminado.
Los peruanos somos personas resistentes, estamos acostumbrados a enfrentar grandes desafíos; una vez superado este escollo, recordaremos efusivamente a los trabajadores y profesionales de la salud, los voluntarios, los soldados y policías y a todos quienes arriesgaron su propia seguridad al servicio de los demás, algunos inclusive habrán perdido la vida en el proceso, todo por la pasión de salvar vidas. Es normal sentir miedo, debemos enfrentarnos a ese miedo, unidos venceremos al virus y unidos venceremos sus consecuencias, en los cuerpos y en las mentes de nuestra sociedad.