Soroche de poder

La semana pasada escribí el artículo titulado “Auditoría de Poder”, término utilizado para analizar el comportamiento consciente e inconsciente de las personas que ejercen poder en su centro de trabajo y fuera de él. Para muchos amigos que actualmente ejercen poder les resultó novedoso el término, porque no se habían puesto a pensar en la evaluación que permanentemente les realiza su entorno laboral, familiar y sobre todo en la comunicación verbal y no verbal en los medios de comunicación, que en muchos casos proyecta soberbia.

Muchas personas que ejercen poder, generalmente tienen comportamientos negativos inconscientes, generando antipatía entre sus colaboradores y evitan de esa forma la posibilidad trabajar en equipo ya que siembran un ambiente laboral negativo. Pero las personas que ejercen poder se han puesto a pensar que ¿más tiempo estarán sin poder que con poder?

El poder debe saberse administrar. Está demostrado que muchas personas que asumen cargos de elección popular o designados en cargos de confianza “el poder se le sube a la cabeza” y se marean causándoles lo que llamé hace muchos años “soroche de poder”.

Desde la antigüedad, los emperadores tenían a una persona que era su “mano derecha” o asesor de confianza cuyo trabajo consistía, entre sus varias funciones, en decirle al emperador que era mortal y que no se sienta Dios.

He visto cómo personas al día siguiente de haber dejado el cargo de Congresista, la seguridad del Congreso les hacía hacer su fila como a cualquier ciudadano cuando trataban de ingresar al parlamento. Ello nos demuestra que el ex parlamentario no supo generar empatías cuando ejerció el cargo.

Por ello la auditoría de poder resulta muy importante para analizarse y evitar la soberbia y el abuso de poder. Muchas jefes menosprecian el trabajo de sus colaboradores, generándoles heridas que son muchas veces difíciles de borrar. Los estudios han demostrado que las personas víctimas del abuso de poder sufren de angustia, son menos creativos, se deprimen y su productividad laboral baja en grandes proporciones.

La pregunta es ¿cómo aprendemos a administrar el poder? La respuesta es muy sencilla. Los padres deben darles a sus hijos responsabilidades desde pequeños para que poco a poco aprendan a administrar a las personas. En el plano político también es bueno asumir responsabilidades desde jóvenes para ir aprendiendo a administrar y a sentir el poder para evitar que cuando asuman cargos importantes no sufran de “soroche de poder”.

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