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Supremacía de la realidad

Fecha Publicación: 06/01/2019 - 22:40
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La clase política –implosionada por el escándalo Lava Jato– viene agudizando las contradicciones al interior de su casta dirigencial que trata de impedir, a como dé lugar, que la justicia haga su trabajo, buscando desesperadamente hacernos creer que existe un dictador de balcón que maniata y controla los poderes, instituciones, medios de comunicación y movimientos sociales, encarrilándonos a un escenario totalitario.

Esos que ponen barricadas a la justicia, no dudan en interpretar la Constitución y las leyes a su antojo, parapetándose en sortilegios legales, haciéndonos creer que existe una ola de violaciones atentatorias contra la democracia y sus principios básicos de libertad de acción y de pensamiento.

Aquellos que dicen que el Ministerio Público no hay que tocarlo ni con el pétalo de una rosa, porque vive una autonomía que “garantiza” el accionar de la justicia, no admiten que hace tiempo fue capturado por mafias de “hermanitos” y “ cuellos blancos” que intentan usarlo como escudo para tapar sus latrocinios.

Quienes se ufanan en cuestionar las formas o la valiente voz de fiscales y jueces, hurgando en su pasado para encontrar deshonras o cualquier mancha que estigmatice y descalifique su accionar, sólo encontrarán pleito en esa alcantarilla en la que se han convertido las redes sociales, porque en las calles y plazas la voz dominante es la de la mayoría de peruanos hartos de injusticia y de mentiras de una casta de políticos sin sangre en la cara.

La mayoría ciudadana por fin está atenta a cualquier movimiento que intente impedir que se haga justicia con aquellos personajes que tuvieron la frescura de meter la mano a los bolsillos de todos los peruanos, sea de izquierda, centro o derecha. La justicia no debe tener color político ni protegidos. Es por ello necesaria  la urgente renovación de los cuadros dirigenciales de todos los movimientos o partidos políticos, para que puedan canalizar la indignación ciudadana y reformar las bases institucionales y representativas de nuestra democracia.

Esto recién empieza. Serán muchas batallas que vendrán. Se registrarán algunas derrotas en el camino que servirán para fortalecer la consigna ciudadana de vivir una democracia que castigue drásticamente y ejemplarmente a quienes osen birlar un sol al Estado peruano o que busquen bloquear el accionar de la justicia.

En un mundo globalizado e interconectado, los movimientos libertarios ganan terreno, para lo cual se hace necesario fortalecer la conciencia ciudadana y construir una sociedad donde las libertades y el respeto a la dignidad del ciudadano sean el principio y fin de cualquier política pública.

José Luis Patiño V.

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