Transfugismo electoral
El Congreso se vuelve a mover con la reconformación de varias bancadas y todo esto de cara al próximo proceso electoral. La solidez de las bancadas se rompió hace varios años cuando el Tribunal Constitucional del 2018 permitió que los congresistas renuncien a sus bancadas por razones de conciencia. A ese Tribunal le importó poco la voluntad popular y menos la solides del funcionamiento del Congreso.
Por otro lado también es reprochable que los parlamentarios se cambien de bancadas buscando su postulación para la reelección dejando de lado el voto de las personas que los eligieron demostrando que primero están sus deseos personales que los pilares institucionales.
En otros parlamentos es imposible la renuncia a una bancada y aquél que lo hace simplemente sale del Congreso. Los grupos parlamentarios o bancadas son la base institucional para que un parlamento sea predecible y sólido en las decisiones políticas que tome. Hoy en nuestro Congreso no pasa eso porque los acuerdos que se toman en materia legislativa y de control político, con honradas excepciones de algunas bancadas que se mantienen sólidas, se tornan impredecibles de forma que dentro de las bancadas no estructuradas existen votos distintos demostrando la carencia de cohesión, fortaleza política y solides ideológica.
El transfuguismo tiene básicamente dos características; la primera es pasarse de una bancada a otra y la segunda, que es más asolapada, consiste en votar con otra bancada en contra de la posición de voto de su bancada.
Esperemos que para el Congreso bicameral, cada cámara establezca los seguros necesarios para evitar el transfuguismo con sanciones drásticas. Sin embargo este Congreso también puede hacer lo suyo modificando el reglamento precisado qué es “criterio de conciencia” y por otro lado iniciando un acción ante el Tribunal Constitucional estableciendo las razones por las que la sentencia anterior vulnera los principios para el buen funcionamiento del Congreso ya que genera inestabilidad y rompe con los criterios de cohesión alterando la gobernabilidad interna y la buena marcha del parlamento.
La dinámica de la política no va por el lado del transfuguismo, sino por la cesión de espacios y posturas para llegar a los acuerdos necesarios para una convivencia sana y democrática. El transfuguismo perverso atenta contra la gobernabilidad del país ya que se convierte en una especie de “arena movediza” donde los que transitan no tienen un suelo sólido que les permitan desarrollar estrategias políticas ni programáticas.
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