Tríptico de viaje
I/ Granada me ha entregado la alegría de abrazar a Poetas con quienes imaginé lejano ese momento: ayer conocí, personalmente, a Ramón Cote Baraibar (Colombia) y Yolanda Pantin (Venezuela), a ambos he tenido el honor de publicar en la biblioteca digital del programa Lima Lee de la Municipalidad de Lima, ambos, además, participan en “La primera línea: poesía iberoamericana”. Alegra conocer a Poetas cuya grandeza de siente en su nobleza, en su horizontalidad.
II/ Conocí a Rafael Soler hace seis años, lo leo hace quince, volvimos a reencontrarnos gracias a nuestra querida Beatriz Russo, el 2020; es uno de los cien poetas de la Colección Iberoamericana de Poesía que publiqué con la Municipalidad de Lima.
Ha sido una enorme alegría volver a reunirnos en Salamanca, convocados por el admirable Alfredo Pérez Alencart y en Granada, gracias a Remedios Sánchez y Daniel Rodríguez Moya.
Gracias por tus libros, por las lecciones, por tu coherencia filial. Hasta muy pronto, Caballero de Valencia. III/ Rumbo a Madrid. Cinco días en Granada me dejan con la sensación de llevarme algo del corazón de Lorca en mis palabras.
Cinco días de recitales, de reencuentros, de abrazos postergados, de poesía vibrando con la majestuosidad de La Alhambra, me detienen al centro de una edad sobre la que vuelan luciérnagas para devolverme la voluntad por el riesgo, por la mañana de cicatrices sobre la que se reflejan mis poemas.
“Los ultramarinos”, nos bautizó Antonio Gamoneda como quien nos devuelve un nombre. Queda entonces observar el paisaje y agradecer a quienes lo hicieron posible: Rafael Saravia (León), Alfredo Pérez Alencart (Salamanca), Lauren Mendinueta (Lisboa) y Remedios Sánchez (Granada), sin Ustedes, este viaje a la península no habría sucedido ahora. Gracias por no dudar en invitarnos, gracias por confirmarnos que sí es posible la utopía.
Coda 1. Vuelvo a Lima con la alegría de volver a reunirme con Montserrat Doucet, la Poeta de Aranjuez, a quién conocí gracias a nuestro eterno Arturo Corcuera. Me he quedado en su villa como quien asiste a una hermosa regresión, a los días de mi infancia al centro de las montañas.
Coda 2. Retornar a Perú con el abrazo de Luis García Montero, con su gentileza enseñándome las instalaciones del Instituto Cervantes, es la lección de humildad con la que me despide España.
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