Tugurizado centro político
Nadie duda que es un indeclinable derecho la participación en política, la que como sabemos puede realizarse individualmente o a través de organizaciones políticas, principalmente las de nivel nacional que son los partidos.
Lo que hay que establecer es si es conveniente la proliferación de partidos y si ello ayuda a la Democracia y, esto lo decimos, pues observamos la intención de ciudadanos o grupos de ciudadanos de crear nuevas agrupaciones políticas, como si es que no fuesen suficientes las que ya tenemos.
En nuestro país hemos tenido tres claras corrientes filosófico-políticas, generadas por ideólogos de la talla de don Víctor Raúl Haya de La Torre, de don Víctor Andrés Belaunde y de don José Carlos Mariátegui. El primero de ellos representó a la social democracia, el segundo al social cristianismo y el tercero al socialismo-marxista, lo que llevó a la formación del APRA, de la DC-PPC y por último a la diversidad de agrupaciones de izquierda en las variantes de intensidad del rojerío.
Si bien es verdad, también se fundaron partidos que no tenían una clara ideología política y admitieron una mescolanza de conceptos difíciles de descifrar, pero así es la realidad que no podemos disimular.
El centro político, tradicionalmente, estuvo representado por partidos como el APRA, la Democracia Cristiana, el Partido Popular Cristiano que en la práctica sustituyó al anterior, Acción Popular, Fuerza Popular y algunos otros que fueron derivación de los anteriores y que se forjaron, más que por disidencias conceptuales, por diferencias personales.
La derecha en el Perú de las últimas décadas no ha tenido mayor representación y, algunos han querido deslucirla calificándola de la “derecha bruta y achorada” (DBA). En ése sector injustamente se ubicó al extinto movimiento “Libertad” fundado por Mario Vargas Llosa, que en realidad podríamos decir que era de todas las sangres.
La izquierda, como sabemos, es variopinta y va desde la violentista que pretende tomar el poder por la fuerza hasta la democrática que ha tenido exponentes de la valía de Alfonso Barrantes, por ejemplo, pasando por supuesto por infinidad de matices.
La diversidad de partidos de centro que en las últimas décadas se han forjado y la miopía de sus dirigentes para formar alianzas, han derivado a los resultados que hoy la gran mayoría de peruanos nos lamentamos. Recordemos simplemente que en poquísimos años hemos tenido cinco presidentes, el último de los cuales alcanzó el triunfo por la tozudez de sus opositores al estar divididos. No contentos por ello, los partidos nacionales han tenido otro revés en las elecciones regionales, en que son los movimientos departamentales los que han alcanzado el triunfo. Increíblemente tropezaron con la misma piedra de egos, individualismos, oportunismos y varios otros “ismos”.
Ahora, como si la realidad no fuese lo suficientemente terrorífica, desde el centro político se pretende formar más y más partidos, en lugar de afirmar coincidencias, superar diferencias y estar unidos para enfrentar democráticamente los retos de tener un país más desarrollado y con oportunidades para todos.+
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