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Un árbol para la vida

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Fecha Publicación: 07/11/2020 - 20:10
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“Eh, te pregunto ¿Por qué no le dices a Richard para sembrar arbolitos?” Me sugirió el poeta Leopoldo Castilla, el 2016, en Huánuco. Celebrábamos el IV FIP Primavera Poética. Gracias a la gestión del joven teniente alcalde Richard Borja, descentralizamos el festival. Cuando se lo comenté no dudó un instante y me dijo tener el lugar apropiado. Al día siguiente salimos de la ciudad a un descampado con pequeños almácigos que Jotamario Arbeláez, Leopoldo Castilla, José María Memet, Samuel Cárdich, Rafael Patiño e Iván Oñate, sembraron con el entusiasmo y la fe de quienes conocen que no hay mayor metáfora de vida que plantar un árbol. Así se inauguró “La alameda de la poesía“, en una región que durante tres días fue anfitriona de estos grandes de América, quienes con la emoción de los creadores escribieron en aquel momento sus más vitales poemas. Han pasado cuatro años desde entonces y cuando el mundo es invadido por la desesperanza, me habló otra vez Leopoldo, ahora desde su natal Argentina, para decirme que había llegado el momento de sembrar árboles en todo el mundo. “Necesitamos bosques de poesía, aire como versos para detener el genocidio”. Como Richard Borja, en aquel 2016, tampoco tuve tiempo para la duda y le respondí a mi querido Leopoldo con otra pregunta” ¿Cuándo empezamos?”.

El poeta sonrió con ese sonido propio de quien ya ha resuelto la tarea y sentenció: “Ya empezamos en Argentina, en Bolivia he coordinado con Gabriel Chávez Casazola y en Ecuador con Oquendo. Tenemos que poblar América de árboles”. Y se despidió, dejándome con esa invitación que va más allá de las buenas intenciones. Leopoldo Castilla ha asumido en serio el reto de luchar para preservar la civilización, por eso le escribí a Florentino Díaz, el poeta de Inmanencia, para comprometerlo en esta responsabilidad que no la entrega Leopoldo sino el planeta. Y comprometí a Sixto Sarmiento, a Willy Del Pozo, a Luis Miguel Cangalaya, y hago extensiva la convocatoria a todos quienes sueñan con el futuro, para organizarnos en función de una cruzada, de un objetivo cuya meta es el aire, el poema como respiración, la paz de una siembra para recuperar la esperanza.