Un pilar de imaginación

Escribir para niños es una bella responsabilidad. Siempre he pensado que se necesita vocación pedagógica para atreverse a capturar su atención. Por eso, en un momento cuando se confundió el maravilloso arte de la sencillez con el facilísimo, resulta esperanzador encontrar una autora que, además de escribir bien, hace de sus protagonistas, personajes ejemplares en su intención formativa.

“Kikín, el saltarín”, es la más reciente producción de Pilar González Vigil. El libro de presentó ayer, en el Casino de Miraflores, ante una bella concurrencia conformada por familias, padres e hijos, atentos a los comentarios del poeta Omar Aramayo y de la puesta en escena de Gustavo, el cuentacuentos. La historia narra las aventuras de Kikín, un monito tití, compañero del engreído del hogar, cuyo final sorprende porque en otra lectura, podría concluirse que el monito es producto de la imaginación de Kike, el niño de la casa.

Quedémonos con la lectura convencional: la autora hace de la convivencia de sus protagonistas un bello pretexto para enseñarnos sobre cómo asumir compromisos, importante tarea en un momento cuando los peruanos asumimos que estamos cruzados por el derecho, pero pocas veces por el deber.

Esa es la gran lección de este libro que Pilar González Vigil, psicóloga educacional por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con maestría en neurociencia cognitiva por la Universidad de Maastricht, Países Bajos, y Educación por la Universidad de Estocolmo, nos entrega. Cuando el monito alborota su entorno y expone al niño a llamadas de atención y castigos, lo enfrenta a su primer gran reto: ser responsable.

Para ello, organiza una estrategia: pacta con Kikín, logra el consenso, lo persuade hasta recuperar la armonía, la tranquilidad y el orden, necesarios para desarrollar otros objetivos. “Kikín, el saltarín”, es un libro muy recomendable que fortalece un género que continúa asombrándonos con autores a quienes vale la pena seguirles la pista. El libro publicado por Mascaypacha Editores, además de presentarnos un bello texto, hace gala de unas impecables imágenes de Natalí Sejuro Aliaga. Que sus niños no dejen de leerlo.

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