Vacuna contra la apatía
La ciencia viene encontrando curas para casi todos los males, pero existe un mal que nos ataca a todos los seres humanos: la apatía; este sentimiento tiene un costo muy alto, sobre todo en nuestra vida democrática; estamos ante ello: las personas no nos involucramos, no hacemos activismo, andamos ocupados en nuestras propias responsabilidades y actividades. Observamos cómo los jóvenes se inhiben de participar en actividades políticas, tal vez porque no se dan cuenta de su potencial de liderazgo; somos conscientes que ellos pueden salir y ser capaces de cambiar el país y el mundo; lo mismo sucede con las mujeres, muchas de ellas responsables en solitario de sus familias, incapaces de delegar esta gran tarea, quizá por ello no pueden hacerse presentes en tareas de voluntariado o ayudando a nobles causas.
Debemos pensar en nuestra forma de vida, tal vez sencilla, la misma que permitirá que otros puedan vivir sencillamente; debemos reflexionar acerca del legado que vamos a dejarles a las nuevas generaciones, nada mejor que la justicia; este legado no solo servirá para ser imitado, sino que los hará sentirse orgullosos en sus vidas; dejar como herencia muchos bienes materiales, probablemente será motivo de disputas y odios; pensemos bien en lo que estamos haciendo. Tenemos que preocuparnos por los jóvenes, por su educación, de ellos depende el futuro de nuestra sociedad y nuestro país; a ellos, no debemos enseñarles a victimizarse, sino a defenderse, a mantenerse y protegerse; lo mismo se debe hacer con las mujeres, observemos como en las otras especies del reino animal, la hembra es la más feroz, ¿por qué no sucede lo mismo en la especie humana? Volvamos la mirada a nuestro prójimo que sufre alguna discapacidad, aquel que se enfrenta a grandes barreras de participación social, brindémosle la asistencia que necesita, en el momento en que la necesita, ayudémosle a que haga sentir su voz, a que las instituciones los escuchen; seamos conscientes del poder que tenemos para expresar nuestras demandas, especialmente a la administración pública, aquella que trabaja para nosotros, cuyos salarios son producto de nuestros impuestos, desde el más bajo nivel hasta el propio líder de la nación.
Votar es extremadamente importante, hacer que los demás voten también es muy importante, nada ni nadie tiene por qué impedir ese derecho y deber ciudadano; el sufragio es el poder en nuestras manos, es la gran oportunidad que tenemos para expresarnos y definir el futuro de nuestro país; nuestra participación debe ser más proactiva, también es un derecho y una obligación hacer que las autoridades cumplan con su rol, con eficiencia y transparencia. La pandemia que nos azota nos dejará un país devastado, va a ser necesario reconstruir la economía y reconstruir las empresas, antes hemos salido de ellos, volveremos a hacerlo; necesitamos autoridades que realmente se preocupen por todos nosotros, comprometidos a utilizar bien los recursos públicos, para ello tenemos que deshacernos de la apatía, involucrándonos y comprometiéndonos en la vida política y democrática y en el futuro de nuestra nación peruana.
Finalmente, recordemos que todos tenemos el poder y para poder lograr la paz y la prosperidad que anhelamos, debemos estar involucrados y comprometidos. ¿Se puede? ¡Sí, se puede!
Para más información, adquiere nuestra versión impresa o suscríbete a nuestra versión digital AQUÍ.
Puedes encontrar más contenido como este siguiéndonos en nuestras redes sociales de Facebook, Twitter e Instagram.